Entrevista a Alberto Acosta, economista y político
Mateo Aguado/Carlos Benítez Trinidad
Iberoamérica Social
Alberto Acosta (Quito, 1948) es economista y político. Tiene en su extenso haber el ser uno de los principales ideólogos de la Revolución Ciudadana, el movimiento político que condujo a Rafael Correa a la presidencia del Ecuador en 2006. Dentro del gobierno, fue Ministro de Energía y Minas primero y, posteriormente, el asambleísta constituyente más votado. Este hecho le abrió las puertas a ser el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, el órgano encargado de redactar la nueva constitución del país. Acosta renunció a este cargo en 2008 por diversos desencuentros tanto con el movimiento oficialista como con el propio presidente Correa. Desde fines de ese año, ejerce como profesor investigador en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO Ecuador). En 2013 fue candidato a la presidencia del Ecuador por la Unidad Plurinacional de las Izquierdas, una coalición de partidos políticos y movimientos sociales muy crítica con el actual gobierno.
Acosta, que procede de una familia tradicional y conservadora, estudió diez años en Alemania y, desde su regreso a Ecuador, ha estado muy comprometido con los movimientos sociales, sindicales y, sobre todo, indígenas. Entre sus obras recientes destacan La maldición de la abundancia y El Buen Vivir. Sumak Kawsay, una oportunidad para imaginar otros mundos.
Nuestro entrevistado es una persona crítica con el discurso tradicional del desarrollo capitalista y un investigador muy comprometido con el análisis de nuevas perspectivas de organización social y económica que aúnen justicia, equidad, solidaridad, reciprocidad, sostenibilidad y conocimientos ancestrales. Afirma que uno de los grandes retos que tenemos por delante como seres humanos es “repensar la economía”. Nos dice, recordando el pensamiento del gran filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría, que “la civilización capitalista vive de sofocar la vida y todo lo que tiene que ver con la vida”. Ha llegado el momento, nos alerta, de romper con el “mandato global del desarrollo y construir alternativas al mismo para que todos los seres humanos podamos discutir y pensar en otras formas de organización de la sociedad.”.
-Iberoamérica Social: ¿Cuál es, desde su punto de vista, la explicación histórica, económica, política y social del nacimiento de las nuevas izquierdas latinoamericanas que han llegado al gobierno en países como Ecuador, Bolivia, Venezuela, Brasil o Argentina?
-Alberto Acosta: Lo sintetizaría en tres puntos. El primero es la resistencia al neoliberalismo. Todos estos países tienen en común el ser sociedades que sufrieron el ajuste neoliberal con mayor o menor intensidad y que supieron reaccionar frente a este proceso de empobrecimiento y de pérdida de soberanía. En un contexto como este destacaría un segundo punto clave: las luchas sociales. Estas representaron el resurgimiento de toda una serie de procesos de resistencia (como las luchas ancestrales de los movimientos indígenas) y de construcción de alternativas sistémicas que consiguieron llegar a un punto culminante justamente en la época en que surgieron estos gobiernos. Por lo tanto, estos gobiernos se deben en buena medida, y sobre todo en el caso de Ecuador y de Bolivia, a la movilización indígena y popular. Y, finalmente, un tercer punto importante es el hecho de que, en América Latina, existe desde hace tiempo una demanda creciente por una verdadera integración regional. Así es cómo en este contexto internacional, con procesos nacionales y locales que habría que analizar por separado, aparecen estos partidos, estos movimientos y estos gobiernos de tinte progresista que, por lo demás, no son realmente “de izquierdas”.
-IS: ¿Y qué cree que ha supuesto para América Latina, desde el punto de vista social y económico, el avance de estas izquierdas o progresismos como usted señala?
-AA: En primer lugar rescataría el hecho de haber dejado atrás, en gran medida pero no en su totalidad, la llamada “larga noche neoliberal”. Haberse sobrepuesto al neoliberalismo y haber recuperado el papel de los estados es, sin duda, positivo. Sin embargo, no creo que se haya logrado aún, en ninguno de los países latinoamericanos que tienen gobiernos progresistas, una verdadera transformación radical. Posneoliberalismo no implica poscapitalismo.
Estos gobiernos, que se beneficiaron del boom de los elevados precios de las materias primas, han logrado trasladar estos ingresos hacia los sectores más populares de la población. Sin embargo, esto no ha dado paso aún a una verdadera transformación de las estructuras; ni en términos de concentración de la riqueza ni en términos de transformación de la matriz productiva.
Así pues, lo que realmente se ha venido haciendo en muchos casos (como sucede en Ecuador) es llevar a cabo un proceso de modernización del capitalismo; uno de los más acelerados y profundos que se recuerdan, eso sí. El saldo, si lo comparamos con lo que vivimos anteriormente, es, sin duda positivo, pero definitivamente insuficiente e incluso contradictorio con lo que estos procesos propusieron inicialmente. Hay, por lo tanto, una suerte de traición histórica a sus orígenes. Y el futuro, además, no augura la revolución que tanto necesitamos.
-IS: Uno de los temas que más trata usted en sus trabajos es el Buen Vivir (o Sumak Kawsay). ¿En qué consiste y cómo cree que se podría aplicar de forma práctica?
-AA: Esa es una pregunta muy interesante y sumamente compleja. Para empezar yo aclararía que el Buen Vivir no es una teoría. El Buen Vivir no es algo nuevo que se esté pensando ahora en los cenáculos académicos; no es la idea reciente de algún iluminado ni es necesariamente el resultado de una política gubernamental concreta. El Buen Vivir ha existido desde siempre, y muchas comunidades han ejercido este concepto desde su lógica incluso sin conocer que se llama así.
El Buen Vivir (o Sumak Kawsay, o Alli Kawsay, o Ñande Reco, o cualquier otro nombre que usted le quiera poner, como Ubuntu en África o Svadeshi, Swaraj y Apargrama en la India) consiste simplemente en reconocer la existencia de otros valores, experiencias y prácticas. Es decir, consiste en reconocer otra forma de organizar la vida, en relación con los propios seres humanos y entre estos y la naturaleza, viviendo en armonía y comunidad. Yo creo que ese es el punto medular. Y en este sentido creo que cobra especial importancia reconocer la realidad colonial de América Latina pasados ya más de 500 años de la conquista; una colonización que en cierta medida continúa en la actualidad. Así, cuando el gobierno de Rafael Correa decide explotar el petróleo de los cuadrantes del ITT (Ishpingo, Tiputini y Tambococha) en el Parque Nacional Yasuní, se está produciendo un acto de colonización. O, por ejemplo, cuando resuelve quitarle la sede a la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador.
-IS: Y… ¿cree que el Buen Vivir podría tener una aplicación universal?
-Las ideas del Buen Vivir, en términos amplios, han existido y existen en diversas partes del planeta. Si por el concepto de Buen Vivir entendemos una vida en armonía del ser humano, consigo mismo y con sus congéneres (otros pueblos o naciones), así como en armonía con la naturaleza, entonces debemos reconocer a este término no simplemente como una alternativa de desarrollo, sino como una alternativa al desarrollo. Es decir, como una propuesta global para superar la vieja idea de progreso (sobre todo en su versión productivista y de copia, siempre fallida, de los países industrializados) y poder plantear un cambio civilizatorio real.
El Buen Vivir nos abre así la puerta a recuperar prácticas, experiencias y valores ya existentes. Por eso podemos decir que se trata de un proceso en reconstrucción (porque recupera) y en construcción (porque puede sumar otros esfuerzos). Desde esta perspectiva, creo que podríamos dar paso a un gran debate. Un debate no solo académico, sino eminentemente político, sobre cómo construir otras formas de vida humana en la tierra para garantizar nuestra propia existencia. Por estas razones yo prefiero hablar no de un Buen Vivir en términos generales, sino de buenos convivires, pues puede haber distintos estilos de vida siempre y cuando estos no pongan en riesgo la vida de otros seres vivos y aseguren una vida digna para todos los seres humanos. Y por eso es importante no sólo hablar de los derechos humanos, sino también de los derechos de la naturaleza.
Desde mi punto de vista, el Buen Vivir no es un mandato global como lo fue la idea del desarrollo, o como lo fue la idea del progreso. Es más bien una oportunidad para que todos los seres humanos podamos discutir y pensar en otras formas de organización de la sociedad.
-IS: La crisis económica que está asolando Europa (sobre todo en el sur) desde el año 2008 ha creado una doble oleada migratoria: latinoamericanos que vuelven y europeos que salen buscando oportunidades laborales. ¿Cree que esta situación está favoreciendo un reencuentro de culturas y un acercamiento de realidades?
-AA: A mí me parece que los procesos migratorios siempre han sido enriquecedores para la humanidad. Naturalmente, podríamos decir que en algunos casos han originado rupturas humanas muy dolorosas; incluso muy conflictivas en el caso de los desplazamientos causados por las guerras o los crecientes efectos del cambio climático. Sin embargo, en general, creo que han sido procesos enriquecedores y saludables.
Lo que me preocupa en este sentido es que los seres humanos seguimos siendo una suerte de parias de la globalización. Los capitales se mueven hoy libremente y las personas no. Por ejemplo, si uno tiene dinero y sabe cómo funciona esto, se sienta en su casa y con internet puede estar especulando en cualquier mercado sin ningún problema, prácticamente sin restricciones. Hemos abierto los mercados en el mundo para muchos productos (no todos todavía) pero no así la libre circulación de seres humanos, y esto debería cambiar. Estos flujos migratorios, vengan del sur o del norte, deberían hacernos reflexionar sobre la importancia de ir construyendo una ciudadanía universal (cosa que planteamos ya en nuestra constitución del año 2008 y que, lamentablemente, no es respetada por el gobierno ecuatoriano).
-IS: Como sabrá, el pasado mes de julio de 2014, un grupo de más de 250 personas (académicos, intelectuales, científicos, políticos y activistas) presentaron en el Estado Español un manifiesto en el que se reclamaban propuestas de cambio decididas y valientes para hacer frente a la grave crisis ecológico-social en la que nos encontramos. En este manifiesto se podía leer: “estamos atrapados en la dinámica perversa de una civilización que si no crece no funciona, y si crece destruye las bases naturales que la hacen posible”. ¿Cómo reconciliar, entonces, y según su opinión, el binomio consumo-crecimiento con la sostenibilidad socio-ecológica?
-AA: Me parece que esa relación está equivocada. El crecimiento no garantiza la felicidad. Hay países como Estados Unidos y Japón, por ejemplo, que han crecido y, sin embargo, sus habitantes no se declaran más felices.
Yo conozco ese manifiesto y coincido con la casi totalidad de los planteamientos ahí realizados. Creo que uno de los grandes retos que tenemos por delante es repensar la economía. La economía tiene que estar al servicio de los seres humanos, pero de unos seres humanos viviendo en comunidad y en armonía con la naturaleza. Tenemos que dejar de contemplar a la naturaleza como un objeto de explotación y de privatización al servicio de las políticas económicas.
En este sentido, yo plantearía cinco aspectos clave. En primer lugar, desmontar la religión del crecimiento económico. El crecimiento económico permanente en un mundo finito, como decía el economista inglés Kenneth Boulding, es un imposible. Pensar eso es propio de locos o de economistas (y más grave es aún si los economistas están locos). Hay que echar abajo la idea del crecimiento económico como el gran motor de la economía. Podemos lograr muchas cosas sin la necesidad de crecer indefinidamente (cómo mejorar las condiciones de vida de la población o alcanzar niveles de dignidad sin afectar a la naturaleza). Ese es el gran reto. Y esto no significa que en algunos ámbitos no haya que crecer. En algunas cosas habrá que seguir creciendo, pero en otras habrá que decrecer. Yo anotaría aquí lo que señala Manfred Max-Neef, Premio Nobel alternativo de economía, cuando nos dice que puede haber un crecimiento bueno y un crecimiento malo. El abrazar uno u otro dependerá de la historia social y ambiental de cada uno de estos procesos, es decir, de su sustentabilidad ecológica y social. Entonces, desde esta perspectiva, hay que acabar con la idea de que tenemos que crecer para resolver los problemas. Porque ya sabemos que el crecimiento no los resuelve todos. Insisto, hay países que han crecido y sus sociedades no son más felices (como los Estados Unidos). Y hay países que han crecido y en donde los que se han beneficiado de ello son sólo los grupos más acomodados de la población (el ejemplo de los Estados Unidos nuevamente es categórico).
En segundo lugar, considero fundamental dar paso no sólo a una distribución del ingreso, sino también a una redistribución de la riqueza (y en especial de las ganancias) para así romper con las estructuras inequitativas existentes en la actualidad. El decrecimiento exige una redistribución del ingreso y de la riqueza, y sobre todo de la ganancia. Un tercer punto esencial nos lleva a la cuestión de desmercantilizar la naturaleza y desmaterializar la producción. Debemos redirigir la producción hacia otro tipo de estructuras de consumo. Creo que esto es clave para avanzar hacia los derechos de la naturaleza y hacia otro tipo de civilización. Un cuarto punto vital consiste en desconcentrar la producción y las grandes ciudades. No podemos seguir creyendo que las grandes empresas vayan a resolver todos nuestros problemas. Tenemos que reencontrarnos con lo rural y con lo campesino (por ejemplo, en el ámbito de la soberanía alimentaria). Tenemos que frenar la aberración que supone transportar productos alimenticios miles de kilómetros cuando esa producción se puede satisfacer localmente. Y, por último, la quinta pata de esta figura que estamos construyendo es la democracia: más democracia, nunca menos. Y esto nos lleva nuevamente a la necesidad de fortalecer los espacios democráticos comunitarios.
-IS: Al hilo de la cuestión anterior, numerosos investigadores han planteado que nuestra civilización podría estar ya cerca de alcanzar un punto de no retorno en lo que respecta a las alteraciones que los humanos estamos ocasionando sobre la biosfera. ¿Consideraría usted posible llegar -durante las próximas décadas- a un colapso civilizatorio, fruto de un colapso ecológico y social, o todavía confía en que seremos capaces de recorrer como especie una transición socio-ecológica hacia otro mundo posible, más justo y sostenible?
-A: Bueno, mi deseo es que suceda lo segundo; que como especie, como seres humanos responsables, podamos dar las respuestas necesarias para evitar el colapso. Sin embargo, a ratos creo que la estupidez de los seres humanos es enorme… Ya lo decía mi tocayo Einstein: “Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana; y yo no estoy seguro sobre el universo”.
En torno a este debate surge un aspecto clave: que no somos todos los seres humanos igualmente responsables de los problemas ambientales que vivimos. Hay algunos que han ocasionado mayores daños que otros. Por eso, tal y como se habló recientemente en la XX Conferencia Internacional sobre Cambio Climático en Lima (COP20), es importante asumir responsabilidades compartidas pero diferenciadas. Y es que hay países y economías que han ocasionado y siguen ocasionando los mayores problemas ambientales. Estos, y concretamente sus sociedades opulentas, tendrían que asumir una mayor responsabilidad.
Pero todo esto no es suficiente; hay que ir más allá. Hay que reconocer que existe un sistema depredador, una civilización depredadora -que es la civilización capitalista- que vive de sofocar la vida y todo lo que tiene que ver con la vida (bien sea el trabajo, los propios seres humanos o la naturaleza cuando se la mercantiliza en extremo). El gran reto que tenemos por delante es saber cómo plantear propuestas de cambio civilizatorio. Pues bien, precisamente para esto nos sirven las experiencias, los valores y las prácticas del Buen Vivir.
Agradecimientos: los autores de este artículo agradecen a Kr’sna Bellott Carrasco sus valiosos comentarios y recomendaciones durante el diseño y la transcripción de esta entrevista.
Aguado, M., Benítez, C. (2015). Redibujando alternativas al capitalismo. Entrevista a Alberto Acosta. Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales (IV), Pp. 9-13. Recuperado de: http://iberoamericasocial.com/redibujando-alternativas-al-capitalismo-entrevista-a-alberto-acosta
Este blogue não concorda com o Golpe. RESISTÊNCIA JÁ A morte da Marisa, não é diferente da morte dos milhares no Iraque, invadido, na Líbia destroçada, entre outros, as mãos são as mesmas, acrescentadas dos traidores locais.
quarta-feira, 17 de junho de 2015
sábado, 13 de junho de 2015
La tormenta sistémica ya está aquí 13/06/2015
Raúl Zibechi
La Jornada
El Gran São Paulo tiene 22 millones de habitantes, distribuidos en 39 municipios. Es la mayor ciudad de América Latina y una de las más pobladas del mundo. El verano pasado los reservorios de agua que la abastecen cayeron a mínimos históricos de 5 por ciento de su capacidad. Hubo cortes de agua en algunas regiones y restricciones en otras. La región vive lo que los especialistas denominan un ciclo de escasez de agua que puede durar 20 o 30 años, algo bien diferente a una sequía puntual, como era habitual en otros periodos históricos en que no existía lo que conocemos como cambio climático ( Opera Mundi, 6 de mayo de 2015). Lo que indican estos datos es que con casi total certeza en algún momento de los próximos años habrá un drástico corte de agua en una de las megaciudades del mundo, a pesar incluso de las obras que el gobierno estatal está realizando a las apuradas, antes que comience un nuevo verano.
Ante una situación tan grave como esta, el Comando Militar del Sureste se viene movilizando, realiza debates y operaciones militares. No para proveer agua a la población, sino para prevenir el caos social ante un posible corte de agua, ya que consideran la sequía como un caso de seguridad pública.
El 27 de mayo un comando de entre 70 y 100 militares armados con ametralladoras ocupó las dependencias de la compañía Sabesp (Saneamento Básico de São Paulo), previendo una eventual necesidad de ocupación en caso de crisis, según el comunicado del ejército (El País, 27 de mayo de 2015). Toda el área del complejo de la empresa es considerada estratégica y la acción forma parte de las actividades militares preventivas para la preservación del orden público y protección de las personas y del patrimonio, sigue el comunicado.
Un mes antes, el 28 de abril, el Comando Militar organizó un debate destinado a un público de oficiales, soldados y profesores universitarios simpatizantes de los militares, en cuya mesa estaba el director de Sabesp, una delegada de la Federación de Industrias de São Paulo, un profesor de ingeniería y el jefe militar del sureste. El objetivo era trazar un panorama técnico, político y social sobre la crisis hídrica. La crónica señala que la posibilidad de un corte de agua “provoca escalofríos en la cervical del establishment del estado”, que los militares consideran que la población ideal de la ciudad debería ser de sólo 4 millones y que el conglomerado urbano puede quedarse sin agua a partir de julio de este año.
El director de Sabesp, Paulo Massato, fue muy claro al considerar las consecuencias sociales: Será el terror. No habrá alimentación ni energía eléctrica. Será un escenario de fin del mundo. Son millones de personas y estallará el caos social. No será sólo un problema de desabastecimiento de agua. Será mucho más serio que eso (Opera Mundi, 6 de mayo de 2015).
Pero el que dio el campanazo fue el general João Camilo Pires de Campos, el comandante militar del sureste, quien citó al ex presidente de la dictadura militar Ernesto Geisel (1974-1979): En época de vacas flacas es necesario atar el ternero. Para ellos, el ternero somos los sectores populares, como vemos.
Las revistas militares abordaron también el tema. Una de las más importantes destaca que en noviembre pasado la tensión era tan grande que la policía militar está llevando los camiones pipa con escolta hacia algunos puntos de la ciudad, sobre todo en la periferia, porque sectores populares apoyados por milicias están atacando los camiones de abastecimiento para saquear el agua (Defesanet, 30 de noviembre de 2014).
Citando a cientistas sociales, Defesanet asegura que grandes cambios fueron precedidos por alteraciones climáticas como la historia nos muestra en la Revolución Francesa, a la vez que asegura que São Paulo muestra que las convulsiones sociales son una constante en las grandes ciudades.
Pero uno de los hechos más sintomáticos que revela la publicación es que desde octubre del año pasado, cuando la sequía hacía temer cortes de agua, el gobierno estaba enviando militares para cursos con la SWAT (Special Weapons and Tactics), policía militar especializada en manifestaciones en Estados Unidos. Y agrega que existe la posibilidad “de grandes flujos migratorios hacia regiones donde aún existe agua (…) lo que llevaría al agotamiento de los recursos naturales, con gravísimos conflictos sobre el agua y la tierra, incluyendo la propiedad privada” (Defesanet, 27 de mayo de 2015).
Finalmente, la revista alerta que la crisis hídrica puede provocar insurrecciones, levantamientos sociales graves y hasta revoluciones armadas que podrían extenderse a todo el estado de São Paulo y a estados vecinos como Río de Janeiro y Minas Gerais, donde viven 100 millones de personas.
Hasta ahí el relato periodístico sobre el pensamiento de los militares y de la burocracia estatal. Sólo cabe agregar que en plena crisis, Sabesp difundió una lista de 537 clientes privilegiados que pagan menos cuanto más agua consumen (industrias, shoppings, redes como Mc Donald’s), que en su conjunto consumen 3 por ciento del agua de la ciudad y tienen descuentos de 75 por ciento. Ellos consumen el equivalente al agua utilizada por 115 mil familias y fueron los mayores responsables por el aumento de 5.4 por ciento del consumo anual de agua (El País, 10 de marzo de 2015).
Lo anterior muestra dos cuestiones. Una, que ellos están preparados para una situación muy grave, que tienen previstas acciones militares y políticas para salir adelante en medio de un caos tremendo como sería la falta de agua.
Dos, que el acceso al agua es insultantemente desigual: desde 2005 el agua disponible para grandes clientes aumentó 92 veces en São Paulo.
¿Qué vamos a hacer? Es la pregunta que nos formuló el subcomandante insurgente Moisés durante el semillero El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista. Es necesario que los movimientos tomen en serio este tipo de debates, en vez de plegarse a las agendas electorales, ya que es ahora cuando podemos hacer algo para cambiar el mundo.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/06/12/index.php?section=opinion&article=019a2pol
sexta-feira, 12 de junho de 2015
David Harvey analisa processo de negociação sobre a dívida grega 12/06/2015
ANTONIO ATEU
sex, 12/06/2015 - 10:49
Atualizado em 12/06/2015 - 10:50
Enviado por Antonio Ateu
Do Opera Mundi
David Harvey: UE tem que entender que alternativa a Syriza na Grécia é partido fascista
Em entrevista exclusiva, o geógrafo marxista britânico analisou ainda diálogo entre Cuba e EUA, papel do papa Francisco e situação da esquerda brasileira
Felipe Amorim
O geógrafo britânico David Harvey tem dezenas de livros publicados e trajetória acadêmica reconhecida por seu pioneirismo no estudo das dinâmicas globais do capitalismo, mas não consegue entender a União Europeia. “O que eles estão fazendo é realmente incompreensível, completamente irracional.” Harvey se refere ao tenso processo de negociação sobre a dívida grega entre o governo de Atenas e os credores internacionais da troika.
Divulgação
O geográfico marxista David Harvey, 79, é considerado um dos pensadores marxista mais influentes da atualidade
De um lado, o partido esquerdista Syriza, eleito por seu forte discurso antiausteridade, que se recusa a aceitar o receituário neoliberal de Bruxelas; do outro, os líderes europeus, tímidos ao propor concessões para renegociar o pagamento e, muito menos, cogitar o perdão da dívida. “Me parece muito claro que o Syria vai sair da UE. Eles vão ser chutados do bloco, porque não vão dar calote nas promessas feitas aos gregos”, prevê o acadêmico. Para Harvey, a troika só não cogita perdoar o déficit — que, como ressalta o geógrafo, ela própria reconhece como impagável — para não deixar um precedente aberto a outros endividados europeus, como Espanha, Portugal, Itália e Irlanda.
O que mais chama, entretanto, a atenção de David Harvey é o perigo da tensão dessa negociação, algo ignorado pelos líderes europeus. “A UE vai se arrepender caso pressione o Syriza a ponto de fazê-lo falhar", diz. Para o pensador, a alternativa mais provável na Grécia em caso de fracasso dos esquerdistas é a ascensão da legenda fascista da extrema-direita, o Aurora Dourada, a terceira mais votada nas últimas eleições. “Apoiar a esquerda grega vai no melhor dos interesses para todos os políticos”, arremata.
O britânico de 79 anos, tido como um dos mais influentes marxista da atualidade — e que só começou a ler Karl Marx aos 35 — está no Brasil para participar, entre outros eventos, do Seminário Internacional Cidades Rebeldes, organizado pelo Sesc São Paulo e pela Boitempo Editorial, que, ao completar 20 anos, lança novos títulos do geógrafo.
Em entrevista exclusiva a Opera Mundi, David Harvey, além de comentar a crise grega, que terá seu desfecho determinado ao longo das próximas semanas, falou também sobre as vitórias recentes de movimentos de minorias no mundo; chamou a atenção para a universalidade da agenda antiausteridade; discutiu a reaproximação entre Cuba e Estados Unidos; elogiou o papa Francisco; e, analisou a situação da esquerda brasileira em tempos de ajuste fiscal e terceirização: “O PT estaria numa situação muito melhor se tivesse mantido fortes laços com os movimentos sociais”.
Leia abaixo os principais trechos da entrevista com o geógrafo britânico David Harvey:
Opera Mundi: Ao longo deste ano, temos visto alguns feitos interessantes para os movimentos de minorias em algumas partes do mundo. Foi o caso da coalizão árabe-judaica nas eleições em Israel, os resultados expressivos dos escoceses no Reino Unido e dos curdos na Turquia. Além da vaia em massa contra o hino espanhol de bascos e catalães em uma partida de futebol. Como explicar esse bom momento da agenda autonomista?
David Harvey: Sem dúvidas, há um clamor por políticas mais descentralizadas, políticas que sejam mais próximas do povo. O que vemos em muitos países, como por exemplo nos Estados Unidos, é um ressentimento contra o governo federal e o desejo de ter os estados com mais autonomia em relação a esse governo central. Porque as pessoas sentem que o que elas dizem importa em um nível local. E há um desejo por isso, que certas vezes é expressado na forma de alianças regionais: Catalunha, Escócia, norte da Itália e Baviera são exemplos de frações que buscam mais autonomia. E muitas vezes isso se trata de nacionalismo local.
OM: De que forma isso se relaciona, na Europa, com o contexto pós-crise econômica imposto pela troika e suas políticas de austeridade?
DH: Há uma conexão desse fenômeno com o discurso antiausteridade que considero muito importante. As políticas anti-troika foram injetadas dentro de muitos desses movimentos locais. Querem criar um espaço autônomo, em que não sejam governados por essas políticas austeras, que são sempre definidas por uma autoridade central.
Essa insurreição de políticas antiausteridade, e sua expressão em níveis locais, tem se transformado num fenômeno importante, em particular no contexto europeu. Então, é muito relevante vermos pessoas progressistas eleitas para as prefeituras de Barcelona e Madri. São movimentos de massa que não se importavam muito com a política anteriormente e, agora, são influenciados e influenciam a política de formas muito cruciais. E veremos muito mais coisas desse tipo, em que movimentos por autonomia local passam a se conectar com o discurso antiausteridade. Vemos elementos disso em Portugal, Irlanda e Itália, por exemplo. E esse, é claro, é o caso da Grécia, em que o país basicamente diz: ‘basta, já tivemos o suficiente dessa austeridade por sete anos, queremos uma política antiausteridade e estamos nos mobilizando para isso’.
OM: Junho será um mês crucial para definir o futuro da negociação sobre a dívida grega entre o governo esquerdista do Syriza e os credores internacionais. Qual a melhor saída para o premiê Alexis Tsipras?
DH: Acho que ele está numa posição difícil ao enfrentar a seguinte escolha: dar um calote em suas promessas ao povo que os elegeu; ou então dar um calote na dívida. E, até aqui, eles tentaram deixar claro à União Europeia que não vão dar esse calote na população. É claro que a UE passou a empreender uma guerra contra eles; e o Syriza modificou suas propostas um pouco aqui e outro tanto ali, mas também manteve sua posição.
OM: Qual desfecho o senhor enxerga para esse impasse?
DH: Me parece muito claro que o Syriza vai sair da UE. Eles vão ser chutados do bloco, porque não vão dar default em suas promessas para a população. Mas o perigo é que, se o Syriza falhar — e voltar a registrar apenas os 3% das preferências da população grega como fazia nas eleições muitos anos atrás —, o único outro partido capaz de seguir à frente com os interesses gregos é a legenda fascista de extrema-direita, a Aurora Dourada. Eles [os líderes da União Europeia] vão se arrepender muito se pressionarem o Syriza a ponto de fazê-lo falhar, vendo, então, o crescimento de um governo fascista na Grécia. Mas, como assistimos em muitas partes da Europa, com a ascensão de correntes fascistas na Hungria, França, Bélgica e Holanda, essa tendência de ultradireita surge como uma alternativa política muito forte no momento. Dessa forma, vai ser no melhor dos interesses de todos os políticos dar apoio à esquerda.
OM: A União Europeia não foi capaz de perceber essa ameaça? Por que não adotar outra estratégia de negociação com Atenas?
DH: Eu realmente não sei o que eles acharam. O que eles estão fazendo é realmente incompreensível. Digo, todos os documentos que lemos admitem diretamente que absolutamente não há nenhuma maneira pela qual a Grécia pode pagar a dívida. Não tem jeito. E eles mesmos [os credores] dizem isso, em relatórios do FMI, da troika. Isso é completamente irracional. Se não tem nenhum jeito de pagaram a dívida, a única coisa a fazer é perdoar a dívida e seguir em frente, certamente com algumas penalidades envolvidas, mas é o que deveria ser feito. E a UE está se recusando a fazer isso não por causa da Grécia, mas por causa de Portugal, Espanha, Itália, Irlanda. É um ato político que estão fazendo.
Agência Efe
Em cumprimento caloroso, o premiê Tsipras e o presidente da Comissão Europeia, Juncker, um dos principais negociadores dos credores
OM: Como o senhor enxerga a reaproximação diplomática entre Cuba e os Estados Unidos? Que efeitos essa abertura terá na sociedade cubana?
DH: Vejo essa questão a partir de duas perspectivas. Na primeira, penso o quão irracional foi para os Estados Unidos isolarem Cuba dessa maneira. Se realmente quisessem subverter Cuba, teriam aberto as fronteiras e feito o que estão fazendo agora anos e anos atrás. Porque isso provavelmente iria fazer com que as forças do mercado trabalhassem dentro do país e o poder dinheiro iria solapar o socialismo.
A partir da outra perspectiva, creio que a reaproximação entre Cuba e EUA, há muito adiada, é uma ameaça a alguns aspectos que considero grandes realizações da era Castro. Particularmente, nos serviços de saúde, na alfabetização e na educação, além de muitas outras coisas que vieram da Revolução Cubana e são extremamente positivas à população em geral. Mas, ao mesmo tempo, há esse grande ponto de interrogação que é medir o quanto do padrão de vida dos cubanos foi afetado pelas políticas de bloqueio norte-americano. Minha esperança é que a abertura das fronteiras e do comércio permitirá um aumento do padrão de vida da população cubana e o aliviamento de certas arenas de descontentamento que ainda existem em parcelas da população, como, por exemplo, sobre falta de investimentos em moradia e infraestrutura. Esta vai ser a tarefa do regime socialista em Cuba, que agora passará a estar integrado à economia global capitalista. E, todos sabem, a partir de outros exemplos, que é muito difícil ser socialista em meio a essa atividade capitalista globalizada.
OM: E por que esse passo só foi dado agora?
DH: A população cubana da Flórida, que, por muito tempo, foi fortemente contra qualquer reaproximação com o regime de Castro, envelheceu. E a nova geração, seus filhos e filhas, não dão toda essa importância à questão: eles são cidadãos norte-americanos que não conseguem ver por que não reconciliar-se e não vão causar agitação política por causa desse movimento. O ambiente interno nos EUA hoje é ímpar; cerca de vinte anos atrás, isso seria recebido como um ultraje. Essa queda de preocupação com a questão cubana dentro dos EUA é provavelmente o principal fator que permitiu a esse governo dar o salto. Mas, é claro, houve também uma ajuda considerável e muito significativa do papa Francisco, que deu muita legitimidade ao processo.
OM: Alguns setores da esquerda têm elogiado a atuação e os discursos de denúncia da pobreza pelo papa Francisco. Como o senhor vê a atuação do atual pontífice?
DH: Obviamente ele tem uma inclinação progressista. Sobretudo ao reviver alguns aspectos da Teologia da Libertação, em cuja destruição o papa anterior [Bento XVI] teve uma atuação muito forte. Acho também que a Teologia da Libertação teve um papel muito importante na América Latina nos anos sessenta e setenta. E a destruição dessa corrente levou, de certa forma, ao enfraquecimento da Igreja Católica na região. Porque a opção dos pobres não estava mais lá. E acho que o papa Francisco está muito bem informado sobre isso e sabe que o poder da Igreja na América Latina depende de trazer de volta as conectividades da Igreja nesse universo, em meio à invasão das religiões evangélicas, que fizeram que a população descartasse o catolicismo como principal fonte de fé. Há na América Latina uma batalha pelas almas da população. E o papa atual está muito mais atualizado sobre o que é preciso fazer.
OM: O presidente Barack Obama se encaminha para a reta final de seu mandato à frente da Casa Branca. O presidente cumpriu com as expectativas criadas quando assumiu o cargo?
DH: Muitas pessoas estão desapontadas com Obama, mas eu nunca tive grandes expectativas. Fiquei muito feliz de, pela primeira vez, ter sido eleito um presidente negro. Mas sempre o encarei como um político de centro-direita — nem mesmo de centro-esquerda. E, por isso, minhas expectativas não eram altas. Não houve muitas mudanças dramáticas. Mas fato é que Obama teve de enfrentar uma oposição muito, muito virulenta e irracional. Digo, os republicanos o odeiam. As pessoas o odeiam. Isso é assombroso. Qualquer coisa que ele propõe é imediatamente rejeitada pelos republicanos. Entretanto, o que realmente me surpreende é que eu acreditava que ele seria muito mais forte na questão dos direitos civis. Fiquei surpreso com o seu fracasso em proteger direitos individuais e minorias, como questões de violência policial e políticas de controle ao acesso de armas de fogo. Além disso, ainda não fechou a prisão de Guantánamo, como havia prometido na campanha. E em política externa, a situação é bem complicada. Mas no balanço final, é muito mais preferível do que alguém da direita republicana.
Agência Efe
Em balanço sobre o fim do mandato de Obama, Harvey comenta: 'me surpreendeu o fracasso em proteger os direitos individuais'
OM: E sobre o Brasil? O governo da presidente Dilma Rousseff, em seu segundo mandato, tem enfrentado críticas da esquerda ao adotar políticas austeras como, por exemplo, o corte de gastos públicos e a defesa de uma lei que terceiriza as relações trabalhistas. Como o senhor enxerga a relação entre o Partido dos Trabalhadores e as pautas históricas da esquerda?
DH: Acredito que o PT, dadas as suas origens, obviamente defendeu políticas pelas classes trabalhadoras. Mas acho que ter chegado ao poder os fez fazer concessões, mais e mais concessões. Mas é o que acontece com boa parte dos partidos políticos de esquerda no mundo: cede ao grande capital, cede um pouco à direita. Mas, em todo o caso, a economia certamente se deteriorou. Em parte, por conta da queda do crescimento chinês, que desacelera a demanda por materiais e certos produtos brasileiros. Então o que temos é uma situação em que o PT, ao que me parece, parou de ser um reflexo exato das necessidades de sua base política. Então, quando a demanda por austeridade chega, não há outra opção, se não aceitá-la. Mas aí sua base política é corroída. E o que vemos é uma reversão em direção a governos de tendência à direita, de certa forma.
OM: Qual a melhor forma de lidar com o ativismo político das bases populares?
DH: Acho que há muito o que aprender sobre como canalizar isso. Mas aqui no Brasil me parece que há uma situação única, com movimentos sociais muito fortes, ao longo dos anos noventa, como o MST. Mas acho que toda a relação entre poder e aparato políticos e os movimentos sociais é uma questão crítica. E eu não acho que o PT conseguiu fazer isso da melhor maneira possível. Estariam numa situação muito melhor se tivessem mantido fortes os laços com, por exemplo, o MST e os movimentos de moradia, de direito à cidade. Essa base popular é politicamente muito importante.
Por outro lado, o que vemos com o Podemos, na Espanha, é um movimento que está localizado fora dos partidos políticos tradicionais e que, a partir de certo momento, passa a influenciar a política de seu jeito particular, e então, passa a se transformar em um partido político. Então, o que presenciamos agora são movimentos extraparlamentares entrando na esfera parlamentar. Quais os efeitos? Não sei ao certo. Mas é um momento muito interessante em que novas maneiras de fazer política estão sendo empurradas para dentro dos velhos sistemas de representação política e democracia parlamentar — e com resultados potencialmente explosivos. Mas quem será explodido e aonde, aí já não sei...
http://jornalggn.com.br/blog/antonio-ateu/david-harvey-analisa-processo-de-negociacao-sobre-a-divida-grega
quinta-feira, 11 de junho de 2015
Cabos submarinos entre Brasil e UE 11/06/2015
Não é só a China que quer investir no Brasil. Europeus também, e sem espionagem dos EUA
11 de junho de 2015 | 10:08 Autor: Nilson Lage, colaboração para o Tijolaço
A União Europeia vai aplicar US$ 30 milhões na instalação do cabo de fibra ótica que unirá Fortaleza, no Brasil, a Lisboa, em Portugal, sem passar pelos Estados Unidos.
A nova conexão, um projeto brasileiro com custo superior a US$ 180 milhões, servirá a todos os países da América do Sul, com maior confiabilidade – menor risco de espionagem – e economia calculada em 15%.
O anúncio da participação europeia foi feito na reunião de cúpula de países europeus e latino-americanos de que participa a Presidente Dilma, em Bruxelas.
Veja a reportagem da Deutsche Welle, agência alemã de notícias. com grifos do Tijolaço.
“A União Europeia (UE) destinará 26,5 milhões de euros para a construção do cabo submarino de fibra óptica que ligará o Brasil à Europa, anunciou nesta quarta-feira (10/06) o presidente da Comissão Europeia, Jean-Claude Juncker, em Bruxelas, durante a cúpula entre líderes da UE e da Celac (Comunidade dos Estados Latino-Americanos e Caribenhos).
O cabo submarino partirá de Lisboa até Fortaleza e será a primeira ligação direta desde tipo entre América Latina e Europa. Atualmente qualquer comunicação digital entre os dois continentes precisa passar pelos Estados Unidos. A construção beneficiará não somente o Brasil, mas todos os países latino-americanos.
De acordo com o anúncio, as obras de construção devem começar o mais breve possível. Seu prazo de conclusão é 2017. O projeto é uma parceira público-privada formada pela brasileira Telebras e pela espanhola Islalink.
Fontes da União Europeia afirmaram que a Europa tem um interesse especial no projeto, que será um apoio importante para o desenvolvimento de políticas de cooperação em áreas como inovação, pesquisa, desenvolvimento regional e educação.
A Telebras anunciou a construção do cabo submarino no início de 2014. O valor estimado do projeto era de 185 milhões de dólares (cerca de 430 milhões de reais). A empresa acredita que a alternativa de transmissão de dados gerará uma economia em torno de 15% em relação aos custos atuais. Parte dela poderia ser repassada ao consumidor.
Além do cabo submarino, a UE pretende financiar projetos em outros países da América Latina. O montante total destinado aos latino-americanos é de 118 milhões de euros que serão direcionados, principalmente, para os setores de transporte e energia.”
PS do Tijolaço: dá pra ver como, mesmo com minguados investimentos, telecomunicações seguras e confiáveis são importante para eles, ao ponto de destinarem a esta área um quarto dos investimentos.
http://tijolaco.com.br/blog/?p=27442
quarta-feira, 10 de junho de 2015
Geopolítica do Declínio Norte-Americano Global 10/06/2015
Washington x China no século XXI
Traduzido pelo pessoal da Vila Vudu
O
Partido Comunista da China [**] espera
mudar o lócus do poder geopolítico planetário: tirá-lo da Terra-Franja
marítima e metê-lo no interior da Terra Central continental.
Nova Rota da Seda - Projeto Completo (clique na legenda para aumentar) |
Até para os maiores impérios, geografia é quase sempre destino. [1] Mas em Washington é como se ninguém soubesse disso. As elites da política de segurança nacional e da política externa continuam a ignorar o básico da geopolítica que modelou o destino dos impérios mundiais nos últimos 500 anos. Consequentemente, ninguém por lá tem meios para captar o significado das rápidas mudanças globais na Eurásia, que estão no processo de minar a grande estratégia para dominar o mundo que Washington perseguiu nas últimas sete décadas.
Qualquer exame rápido do que passa por “sabedoria” de insider em Washington atualmente revela visão de mundo de espantosa insularidade. Tome-se por exemplo o cientista político de Harvard, Joseph Nye Jr., conhecido pelo seu conceito de “poder suave” [orig. “soft power”]. Oferecendo lista simples dos modos pelos quais ele crê que o poder militar, econômico e cultural dos EUA permanece singular e superior, o prof. Nye em livro recente argumentou que não há força, interna ou global, capaz de eclipsar o futuro dos EUA como primeira potência mundial.
Para os que apontam para Pequim, com sua economia em crescimento e a respectiva proclamação do atual “século chinês”, Nye oferece uma enfiada de negativas: a renda per capita da China “levará décadas para equiparar-se à dos EUA (se algum dia chegar lá)”; a China “foca-se miopemente nas próprias políticas primariamente para a própria região”; e “não desenvolveu quaisquer capacidades significativas para projeção global de força”. Acima de tudo, diz Nye, a China padece de desvantagens geopolíticas no equilíbrio interno de poder dentro da Ásia, se comparada aos EUA”.
Ou, dito de outro modo (e nisso Nye é típico de um mundo de pensamento à moda Washington), com mais aliados, mais navios, mais soldados, mais mísseis, mais dinheiro, mais patentes e mais filmes “engarrafa-quarteirão’”que qualquer outra potência, Washington vence sempre, com um pé atado às costas.
Se o prof. Nye pinta o poder pelos seus números, o mais recente cartapácio do ex-Secretário de Estado Henry Kissinger, que leva o título modesto de “Ordem Mundial” [World Order] e foi elogiado nas resenhas “jornalísticas” como perfeita neo-Revelação, pinta o poder de uma perspectiva nietzscheana. O imorrível Kissinger pinta a política global como modelável e assim altamente suscetível de ser esculpida por grandes líderes que tenham vontade de poder. Nessa medida, na tradição dos grandes diplomatas europeus, Charles de Talleyrand e Príncipe Metternich, o Presidente Theodore Roosevelt foi visionário que lançou “um papel norte-americano na gestão do equilíbrio Pacífico-Asiático”.
Por outro lado, o sonho idealista de Woodrow Wilson de autodeterminação nacional, tornou-o geopoliticamente inepto; e Franklin Roosevelt foi cego para a “estratégia global” de aço do ditador Joseph Stalin”. Mas Harry Truman superou a ambivalência nacional e dirigiu os EUA para “a modelagem de uma nova ordem internacional”, política a qual foi inteligentemente seguida por todos os doze presidentes que o sucederam.
Um dos mais “corajosos” deles todos, Kissinger insiste, foi George W. Bush, aquele exemplo de “coragem, dignidade e convicção” cuja aposta resoluta pela “transformação do Iraque, de um dos mais repressores estados do Oriente Médio, em democracia multipartidária” teria dado certo, não fosse a “cruel” subversão – obra da Síria e do Irã – de todo esse belo trabalho de Bush-Filho. Nesse tipo de visão de mundo, não há lugar para a geopolítica: só interessa a visão de “estadistas” e reis.
E talvez essa seja perspectiva confortadora em Washington, num momento em que a hegemonia dos EUA cai visivelmente aos pedaços, em meio a mudança tectônica no nível do poder global.
Com os sacrossantos videntes ungidos em Washington cada vez mais obtusos para tudo que tenha a ver com poder geopolítico, talvez seja hora de voltar ao básico. Significa retornar ao texto fundador da geopolítica moderna, que ainda é guia indispensável apesar de ter sido publicado num obscuro periódico britânico de geografia, há mais de um século.
Sir Halford Inventa a Geopolítica
Numa noite fria, em Londres, em janeiro de 1904, Sir Halford Mackinder, Diretor da London School of Economics, levou “ao transe” o público que o ouvia na Royal Geographical Society em Savile Row, com uma conferência intitulada “The Geographical Pivot of History” [O Pivô Geográfico da História]. Essa apresentação, disse o presidente da sociedade, “foi intervenção de tal brilho como raramente vimos igualada nesta sala”.
Mackinder argumentou que o futuro do poder global não advém, como muitos analistas brilhantes imaginavam então, de controlar as rotas marítimas globais, mas de controlar a vasta massa de terra que ele chamou de “Euro-Ásia”. Girando o mundo de modo a pôr no epicentro, não os EUA, mas a Ásia Central, e alterando ligeiramente o eixo da Terra na direção norte, um pouco além da projeção equatorial de Mercator, Mackinder redesenhou e portanto reconceptualizou o mapa mundi.
Seu novo mapa mostrava África, Ásia e Europa, não como três continentes separados, mas como uma só massa terrestre, uma verdadeira “Ilha-Mundo”. Sua ampla, profunda “terra interior” – 4 mil milhas a partir do Golfo Persa até o Mar da Sibéria – era tão enorme que só poderia ser controlada a partir de suas “Terras-Franja” [orig. “rimlands”] na Europa Oriental, ou o que Mackinder chamava de “marginais marítimas” nos mares circundantes.
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A “descoberta da rota do Cabo para as Índias” no século XVI, Mackinder escreveu, “dotou a Cristandade da mais ampla mobilidade de poder jamais vista (...) fazendo-a disseminar sua influência em torno da terra-poder Euro-Asiática, a qual, até então, ameaçara sua própria existência”. Essa grande mobilidade, explicou Mackinder mais tarde, deu aos navegadores europeus “superioridade que durou quase 400 anos, sobre os homens de terra, na África e na Ásia”.
Mas a “Terra Central” [orig. “heartland”] dessa vasta massa continental, uma “área pivô” que se estende do Golfo Persa ao Rio Yangtze na China, lá ficou, nada além de um “ponto de vista de Deus” [orig. Archimedean fulcrum] para o futuro poder. “Quem comanda a Terra Central comanda a Ilha-Mundo” – lê-se num sumário da situação, que Mackinder escreveu mais tarde. – “Quem comanda a Ilha-Mundo, comanda o mundo”. Além da vasta massa dessa Ilha-Mundo, que cobre quase 60% da área terrestre da Terra, há um hemisfério menos determinante, coberto de amplos oceanos e de umas poucas “ilhas menores”. Aí, falava da Austrália e das Américas.
Para uma geração anterior, a abertura do Canal de Suez e o advento dos navios a vapor “aumentaram a mobilidade do poder marítimo [em relação] ao poder terrestre”. Mas as futuras estradas de ferro poderiam “operar a maior das maravilhas na estepe”, dizia Mackinder, baixando o custo do transporte por mar e mudando para o interior do continente o lócus do poder geopolítico. No futuro longo, o “estado pivô” da Rússia poderia, em aliança com outra potência, como a Alemanha, expandir-se “pelas terras marginais da Euro-Ásia”, permitindo “o uso dos vastos recursos continentais para construção de navios, e o império do mundo ali estaria para ela, à vista”.
Pelas quatro horas seguintes, ao longo das quais ele leu o texto denso, de sintaxe rebuscada e referências clássicas que se esperava de um ex-deão de Oxford, seu público foi-se convencendo, até o convencimento total, de que haviam assistido a algo realmente extraordinário. Vários permaneceram na sala, para apresentar comentários extensos. Por exemplo, o renomado analista militar Spenser Wilkinson, o primeiro professor de uma cátedra de história militar em Oxford, declarou-se pessoalmente cético sobre “a moderna expansão da Rússia”, insistindo que o poder naval de britânicos e japoneses preservaria a função histórica de manter “o equilíbrio entre as forças divididas (...) na área continental”.
Pressionado por ouvintes bem-informados a considerar outros fatos ou fatores, dentre os quais “o ar como meio de locomoção”, Mackinder respondeu: “Meu objetivo não é predizer futuro grandioso para esse ou aquele país, mas apresentar uma fórmula geográfica pela qual se pode descrever qualquer equilíbrio político”. Em vez de eventos específicos, Mackinder propunha uma teoria geral sobre a conexão causal entre geografia e poder global.
“O futuro do mundo”, insistiu ele, “depende de manter-se um equilíbrio de poder” entre potências marítimas como Grã-Bretanha e Japão operando das Terras-Franja marítimas, e “as forças internas expansivas” dentro da Terra Central euro-asiática que elas se empenham em conter.
Mackinder não apenas deu voz a uma visão de mundo que influenciaria a política exterior britânica durante décadas, mas, também, naquele momento, criou a moderna ciência da “geopolítica” – o estudo de como a geografia pode, sob algumas circunstâncias, modelar o destino de populações inteiras, de nações e de impérios.
Aquela noite em Londres aconteceu há mais tempo que “há muito tempo”: aconteceu noutra era. A Inglaterra ainda chorava a morte da Rainha Victoria. Teddy Roosevelt era presidente. Henry Ford acabava de fundar uma pequena oficina de automóveis em Detroit para produzir seu Model-A, que alcançava velocidade máxima de 28 milhas/hora. Fazia apenas um mês que o “Flyer” dos irmãos Wright voara pela primeira vez: exatos 36 metros acima do chão.
Mas, pelos 110 anos seguintes, as palavras de Sir Halford Mackinder seriam um prisma de excepcional precisão no que tivesse a ver com compreender a geopolítica não raras vezes obscura que levou o mundo a graves conflitos – duas guerras mundiais, uma Guerra Fria, as guerras asiáticas dos EUA (Coreia e Vietnã), duas guerras no Golfo Persa e até à infindável pacificação do Afeganistão. A pergunta hoje é: Como Sir Halford pode ajudar-nos a compreender não apenas séculos passados, mas esse meio século que ainda há pela frente?
Britannia Governa as Ondas
Na era do poder marítimo que durou mais de 400 anos – de 1602 até a Conferência de Desarmamento em Washington em 1922 – as grandes potências competiram para controlar a Ilha-Mundo Eurasiana mediante as rotas marítimas que se estendiam por 15 mil milhas, de Londres a Tóquio. O instrumento de poder era, claro, o navio – primeiro men-o’-war [2], depois navios de combate, submarinos e porta-aviões. Enquanto os exércitos terrestres chafurdavam na lama da Manchúria ou da França em batalhas que faziam número horrendo de mortos, os navios imperiais deslizavam sobre as ondas, manobrando pelo controle de litorais e continentes.
No auge de seu poder imperial, à altura de 1.900, a Grã-Bretanha governava as ondas, com frota de 300 naves-madrinhas e 30 bastiões navais, bases que cercavam a Ilha-Mundo, do Atlântico Norte em Scapa Flow pelo Mediterrâneo em Malta e Suez até Bombaim, Cingapura e Hong Kong. Assim como o Império Romano cercou o Mediterrâneo fazendo dele seu “Mare Nostrum” [“Nosso Mar”], assim o poder britânico faria do Oceano Índico seu próprio “mar fechado”, protegendo-lhe os flancos com exércitos na Fronteira Noroeste da Índia, e impedindo que persas e otomanos construíssem bases navais no Golfo Pérsico.
Com essa manobra, os britânicos asseguraram para eles também o controle sobre a Arábia e a Mesopotâmia, terreno estratégico que Mackinder denominou “terra-de-passagem da Europa para as Índias” e porta de entrada para a “Terra Central” da Ilha-Mundo.
Dessa perspectiva geopolítica, o século XIX foi, no fundo, uma rivalidade estratégica, muitas vezes chamada de “o Grande Jogo” entre a Rússia “no comando de praticamente toda a Terra Central (...) batendo à porta da passagem para as Índias”, e a Grã-Bretanha “que avançava terra adentro a partir das portas marítimas da Índia, para enfrentar a ameaça que vinha de noroeste”. Em outras palavras, Mackinder concluiu, “as Realidades Geográficas finais” da idade moderna eram poder marítimo versus poder terrestre ou “a Ilha-Mundo versus a Terra Central”.
Rivalidades intensas, primeiro entre Inglaterra e França, depois Inglaterra e Alemanha, ajudaram direcionar uma incansável corrida naval armamentista que fez subir o preço do poder marítimo a níveis insustentáveis. Em 1805, a nave madrinha do almirante Nelson, HMS Victory, com sua estrutura de carvalho que pesava apenas 3.500 toneladas, navegou para a batalha de Trafalgar contra a frota de Napoleão à velocidade de nove nós, seus 100 canhões de cano liso [orig. smooth-bore cannon] capazes de disparar balas de 19,05 kg a distâncias não superiores a 0,360 km.
Em 1906, apenas um século depois, a Grã-Bretanha lançou o modelo mais moderno de navio de guerra, o HMS Dreadnought, casco de aço de 30 cm de espessura, pesando 20 mil toneladas, as turbinas a vapor empurrando o navio à velocidade de 21 nós, e os canhões de repetição mecanizados de 12 polegadas lançando balas de 385 kg, a distâncias de até 19 km. O leviatã custara £ 1,8 milhão, equivalente a 300 milhões de dólares hoje. Numa década, meia dúzia de potências haviam esvaziado os respectivos tesouros para construir frotas inteiras dessas naves de combate letais e desatinadamente caras.
Graças a uma combinação de superioridade tecnológica, alcance global e alianças navais com EUA e Japão, a Pax Britannica duraria um século, de 1815 a 1914. No final, porém, esse sistema global foi marcado por corrida armamentista naval acelerada, diplomacia volátil entre as grandes potências, e feroz competição pelo império de além-mar que implodiu no tresloucado massacre que foi a Iª Guerra Mundial, a qual em 1918 fizera 16 milhões de mortos.
O Século de Mackinder
Como Paul Kennedy, o eminente historiador de impérios, observou, “o resto do século XX só fez comprovar a tese de Mackinder”, com duas guerras disputadas nas “Terras-Franja” como ele as definiu, da Europa Oriental pelo Oriente Médio até o Leste da Ásia. Realmente, a Iª Guerra Mundial foi, como o próprio Mackinder observaria adiante, “duelo direto entre força terrestre e força marítima”. Ao final da guerra em 1918, as potências marítimas – Grã-Bretanha, EUA e Japão – enviaram expedições navais a Archangel [3], ao Mar Negro e à Sibéria para conter a revolução russa dentro dos limites de sua Terra Central [orig. “heartland”].
Eurásia: Ilha-Mundo |
Refletindo a influência de Mackinder no pensamento geopolítico alemão, Adolf Hitler arriscaria o próprio Reich num esforço irracional para capturar a Terra Central russa para o Lebensraum, ou “espaço vital” de sua “raça de senhores”. O trabalho de Sir Halford ajudou a modelar as ideias do geógrafo alemão Karl Haushofer, fundador do periódico Zeitschrift für Geopolitik, propositor do conceito de Lebensraum e conselheiro de Adolf Hitler e de seu vice-führer, Rudolf Hess.
Em 1942, o Führer despachou um milhão de soldados, 10 mil peças de artilharia e 500 tanques para cruzar o Rio Volga em Stalingrado. Ao final, 850 mil soldados alemães estavam feridos, mortos ou prisioneiros: foi o resultado daquela tentativa frustrada de penetrar pela Terra-Franja do leste europeu até o coração da região pivô essencial da Ilha-Mundo.
Um século depois do tratado seminal de Mackinder, outro intelectual britânico e historiador imperial, John Darwin, argumentou em seu magistral After Tamerlane que os EUA haviam alcançado seu “colossal Imperium... em escala sem precedentes” no início da IIª Guerra Mundial, ao tornar-se a primeira potência na história a controlar os pontos axiais estratégicos “nos dois extremos da Eurásia” (nome que dá à “Euro-Ásia” de Mackinder). Com medo de que a expansão chinesa e russa operasse como “catalisador de uma colaboração”, os EUA implantaram bastiões imperiais nos dois lados, na Europa Ocidental e no Japão. Com esses pontos axiais como âncoras, Washington passou então a construir um arco de bases militares que seguiu o mesmo modelo marítimo da Grã-Bretanha, e que visava, claramente, a cercar a Ilha-Mundo.
Geopolítica axial dos EUA
Tendo tomado da Alemanha nazista e do Japão imperial, em 1945, os extremos axiais da Ilha-Mundo, pelos 70 anos seguintes os EUA confiaram em camadas cada vez mais espessas de poder militar, para conter China e Rússia dentro da Terra Central eurasiana.
Despida dos seus adereços ideológicos, a grande estratégia de Washington de “contenção” anticomunista, na Guerra Fria, era pouco mais que processo de sucessão imperial. Uma Grã-Bretanha já desinflada foi substituída no controle das Terras-Franja marítimas, mas as realidades estratégicas continuaram essencialmente as mesmas.
De fato, em 1943, dois anos antes do fim da IIª Guerra Mundial, um Mackinder já envelhecido publicou seu último artigo,“The Round World and the Winning of the Peace” [“Mundo redondo e a vitória da paz”], na influente Foreign Affairs norte-americana. Nesse artigo, ele lembrava aos norte-americanos que aspiravam a alguma “grande estratégia” para uma versão de hegemonia sem precedentes sobre o planeta” que nem o “seu sonhado poder aéreo global” conseguirá alterar o básico da geopolítica”. “Se a URSS emergir dessa guerra como conquistadora da Alemanha” – escreveu ele – “com certeza terá de ser considerada a maior potência terrestre do planeta”, no controle da “maior fortaleza natural da Terra”.
Quando se tratou de estabelecer uma nova Pax Americana pós-guerra, entendeu-se que em primeiro lugar e como base fundacional para conter a potência soviética terrestre, teria de estar a Marinha dos EUA. Frotas dos EUA cercariam o continente eurasiano, suplementando, e depois suplantando, a Marinha britânica: a 6ª Frota, foi posta em Nápoles em 1946, para controlar o Oceano Atlântico e o Mar Mediterrâneo; a 7ª Frota, na Baía Subic, nas Filipinas, em 1947, para o Pacífico Ocidental; e a 5ª Frota foi ancorada no Bahrain, no Golfo Pérsico, em 1995.
Na sequência, diplomatas norte-americanos acrescentaram camadas e camadas de alianças militares que firmaram o cerco: a Organização do Tratado do Atlântico Norte, OTAN (1949), a Organização do Tratado do Oriente Médio [orig. Middle East Treaty Organization, METO] (1955), a Organização do Tratado do Sudeste da Ásia [orig. Southeast Asia Treaty Organization, SATO] (1954) e o Tratado de Segurança EUA-Japão (1951).
Em 1955, os EUA também tinham uma rede global de 450 bases militares em 36 países para, principalmente, conter o bloco sino-soviético do outro lado de uma Cortina de Ferro que coincidiu de modo surpreendente, com o traçado das “Terras-Franja” de Mackinder em torno da massa de terra da Eurásia. Ao final da Guerra Fria em 1990, o cerco das comunistas China e Rússia exigia 700 bases em território estrangeiro, uma força aérea de 1.763 jatos de combate, vasto arsenal nuclear, mais de 1.000 mísseis balísticos e força naval de 600 navios, incluídos 15 unidades completas de porta-aviões de combate e escolta, com armas nucleares [orig. 15 nuclear carrier battle groups] – tudo isso interconectado pelo único sistema global de satélites de comunicação que havia no mundo.
Como o fulcro do perímetro estratégico de Washington em torno da Ilha-Mundo, a região do Golfo Persa havia sido, por quase 40 anos, local de constante intervenção norte-americana, declarada e clandestina.
A Revolução de 1979 no Irã significou que os EUA perdiam um país chave no arco de poder dos EUA em torno do Golfo, e deixou Washington na difícil posição de ter de reconstruir sua presença na região. Para essa finalidade, os EUA passariam simultaneamente a (I) apoiar o Iraque de Saddam Hussein em sua guerra contra o Irã revolucionário; e (II) armar os mais extremistas dentre os mujahedin afegãos contra a ocupação do Afeganistão pelos soviéticos.
Nesse contexto foi que Zbigniew Brzezinski, Conselheiro de Segurança Nacional do Presidente Jimmy Carter, concebeu e disparou sua estratégia para derrotar a União Soviética, com agilidade geopolítica muito impressionante, ainda pouco compreendida até hoje.
Em 1979, Brzezinski, aristocrata polonês decaído, afinado como poucos com as realidades geopolíticas de seu continente nativo, persuadiu Carter a lançar a “Operação Ciclone” [orig. Operation Cyclone], com massivo financiamento que alcançou US$ 500 milhões anuais no final dos anos 1980s. Seu objetivo: mobilizar militantes muçulmanos para atacar o ventre macio centro-asiático da União Soviética e meter uma cunha de radicalismo islamista bem no interior da Terra Central soviética. Visava também a infligir derrota desmoralizante ao Exército Vermelho no Afeganistão e a deixar livre da influência de Moscou uma Terra-Franja da Europa Oriental.
“Não conseguimos empurrar os russos a intervir [no Afeganistão]”, disse Brzezinski em 1998, explicando seu golpe geopolítico de mestre nessa edição Guerra Fria do Grande Jogo, “mas espertamente aumentamos a probabilidade de que interviessem... Aquela operação secreta foi excelente ideia. Por efeito dela, os russos foram atraídos para a armadilha afegã”.
Perguntado sobre o legado dessa operação, uma vez que o legado dela é ter criado um Islã militante hostil aos EUA, Brzezinski, que estudou e muitas vezes citou Mackinder, absolutamente se recusou a pedir desculpas. “O que é mais importante para a história do mundo?” – perguntou ele. – “Os Talibã ou o colapso do império soviético? Alguns muçulmanos agitados, ou a libertação da Europa Central e o fim da Guerra Fria?”.
Mas fato é que nem a avassaladora vitória dos EUA na Guerra Fria, com a implosão da União Soviética, alteraria os fundamentos geopolíticos da Ilha-Mundo. Resultado disso, depois do fim do Muro de Berlim em 1989, a primeira incursão de Washington em terras estrangeiras, na nova era, envolveria uma tentativa para restabelecer sua posição de dominação no Golfo Persa; para tanto, os EUA usaram como pretexto a ocupação do Kuwait por Saddam Hussein.
Em 2003, quando os EUA invadiram o Iraque, o historiador Paul Kennedy voltou ao velho tratado de Mackinder, que centenário, para explicar aquela aventura malfadada, malsucedida e aparentemente inexplicável. “Nesse momento, com centenas de milhares de soldados norte-americanos nas Terras-Franja eurasianas” – Kennedy escreveu no Guardian, “parece que Washington está levando a sério a lição de Mackinder, que manda assegurar o controle sobre o “pivô geográfico da história”.”.
Se se interpretam expansivamente essas observações, a repentina proliferação de bases norte-americanas pelo Afeganistão e Iraque tem de ser vista como mais um investimento para alcançar posição de pivô na borda da Terra Central Eurasiana, semelhante ao que fizeram os britânicos, com seus fortes coloniais ao longo da Fronteira Noroeste da Índia.
Nos anos seguintes, Washington tentou substituir alguns de seus inefetivos coturnos em solo, por drones no céu. Em 2011, a Força Aérea e a CIA cercaram a massa de terra eurasiana, com 60 bases para sua armada de drones. Àquela altura, o drone Reaper era o grande cavalo de batalha, armado com mísseis Hellfire e bombas GBU-30, com alcance de 1.850 km, o que significa que, daquelas bases, os EUA poderiam alcançar alvos quase em qualquer ponto de África e Ásia.
Significativamente, as bases de drones pontilham agora as bordas marítimas em torno da Ilha-Mundo – de Sigonella, Sicília, a Icerlik, Turquia; Djibouti, no Mar Vermelho; Qatar e Abu Dhabi no Golfo Persa; ilhas Seychelles no Oceano Índico: Jalalabad, Khost, Kandahar e Shindand no Afeganistão; e no Pacífico, Zamboanga nas Filipinas e a Base Aérea Andersen na ilha de Guam, dentre outros locais. Para patrulhar essa ampla periferia, o Pentágono está gastando US$ 10 bilhões para construir uma armada de 99 drones Global Hawk equipados com câmeras de alta resolução capazes de examinar todo o terreno num raio de 160 km, sensores eletrônicos que podem neutralizar quaisquer sinais de comunicação e motores eficientes, capazes de voos ininterruptos de 35 horas e alcance de voo de 14 mil quilômetros.
A Estratégia da China
Em outras palavras, os movimentos de Washington são ideia velha, mesmo que venham em escala antes inimaginável. Mas a ascensão da China ao posto de maior economia do mundo, absolutamente inconcebível há um século, representa coisa nova. Portanto ameaça virar de cabeça para baixo a geopolítica marítima que modelara o poder no mundo durante 400 anos.
Em vez de se focar puramente em construir Marinha para águas profundas, como os britânicos, ou armada aeroespacial à moda EUA, a China cuida de chegar cada vez mais fundo no interior da Ilha-Mundo, em esforço para remodelar completamente os fundamentos geopolíticos do poder global. A China está usando estratégia sutil, que até aqui tem passado por baixo dos radares das elites políticas em Washington.
Depois de décadas de preparação silenciosa, Pequim recentemente começou a deixar ver sua grande estratégia para o poder global, um passo cauteloso de cada vez. O plano em duas etapas prevê a construção de infraestrutura transcontinental para integrar a Ilha-Mundo por dentro; e ao mesmo tempo mobilizam-se forças militares para ir escavando, com cortes cirúrgicos, uma abertura no cordão norte-americano de contenção-sítio.
O passo inicial envolveu um projeto de ambição quase inacreditável, para instalar uma infraestrutura para a integração econômica do continente eurasiano. Com a implantação de rede elaborada e enormemente cara de trens de alta velocidade, para transporte e alta circulação, além de oleodutos e gasodutos por toda a imensíssima vastidão da Eurásia, a China pode vir a realizar, por caminho novo, a visão de Mackinder. Pela primeira vez na história, a movimentação transcontinental rápida de carga crítica – petróleo, minérios e bens manufaturados – será possível em escala massiva. Com isso se operará a integração real e potencial de vasta massa terrestre numa só zona econômica, que se estenderá por 10 mil quilômetros, de Xangai a Madri. Assim, o Partido Comunista da China espera mudar o lócus do poder geopolítico: tirá-lo da Terra-Franja marítima para metê-lo no interior da Terra Central continental.
“Estradas de ferro transcontinentais estão agora transmutando as condições do poder terrestre” – escreveu Mackinder já nos idos de 1904, quando os “precários” trilhos da Ferrovia Trans-Siberiana, a mais longa do mundo, cobriam os 9.173 km de distância entre Moscou e Vladivostok. “Mas o século não terá chegado à velhice, e já veremos a Ásia coberta de trilhos ferroviários” – continuou ele. “Os espaços dentro do Império Russo e da Mongólia são tão vastos, suas potencialidades em combustíveis e minérios tão incalculavelmente imensas, que um vasto mundo econômico, mais ou menos à parte, ali se desenvolverá, inacessível ao comércio oceânico”.
Mackinder falou um pouco prematuramente. A Revolução Russa de 1917, a Revolução Chinesa de 1949, e os subsequentes 40 anos de Guerra Fria contiveram qualquer real desenvolvimento durante décadas. Por isso, a Terra Central Euroasiática não conheceu crescimento econômico e integração, em parte por causa de barreiras artificiais de ideologias – a Cortina de Ferro e depois o rompimento sino-soviético –, que interromperam a construção de muitas peças de infraestrutura em toda a massa terrestre eurasiana. Agora, tudo isso mudou.
Apenas poucos anos depois do fim da Guerra Fria, o ex-conselheiro de Segurança Nacional dos EUA, Brzezinski, àquela altura crítico furioso da visão de mundo das duas elites políticas norte-americanas, tanto de Republicanos como de Democratas, começou a hastear bandeiras de alarme sobre o estilo inepto da geopolítica norte-americana. “Desde que os continentes começaram a interagir politicamente, há cerca de 500 anos” – Brzezinski escreveu em 1998, claramente parafraseando Mackinder – “a Eurásia sempre foi o centro do poder mundial. Quem dominar a Eurásia poderá controlar duas das regiões mais avançadas e economicamente mais produtivas do planeta (...) o que lançará para a periferia geopolítica do continente central todo o Hemisfério Ocidental e a Oceania”.
Essa lógica geopolítica passou despercebida em Washington, mas foi muito bem compreendida em Pequim.
De fato, na última década, a China viveu o maior surto de investimento em infraestrutura de todo o mundo, só até agora um trilhão de dólares, mas crescendo, enquanto Washington inaugurou o Sistema de Rodovias Interestaduais dos EUA nos anos 1950s. O número de trilhos e dutos para petróleo e gás que estão sendo construídos é espantoso. Entre 2007 e 2014, a China riscou todo o interior do seu território com pouco menos de 15 mil quilômetros de trilhos para trens de alta velocidade, mais do que há, somado, em todo o restante do mundo. O sistema agora transporta 2,5 milhões de passageiros/dia, a velocidades superiores a 380 km/hora. Quando todo o sistema estiver construído, em 2030, serão mais de 25 mil quilômetros de trilhos para altas velocidades, ao custo estimado de US$ 300 bilhões, e todas as maiores cidades da China estarão interligadas.
Infraestrutura China-Ásia Central integra a Ilha-Mundo (Fonte: Stratfor) (Clique na legenda para aumentar) |
Simultaneamente, a liderança chinesa começou a colaborar com estados vizinhos, num programa massivo para integrar a rede nacional de ferrovias numa grade transcontinental. A partir de 2008, alemães e russos uniram-se aos chineses para lançar a “Ponte Terrestre Eurasiana” (também chamada “Nova Rota da Seda”). Duas vias leste-oeste, a antiga Trans-Siberiana no norte e uma nova rota que acompanha o traçado da antiga Rota da Seda, pelo Cazaquistão, devem conectar toda a Eurásia. Na rota sul, mais rápida, contêineres que transportam produtos de alto valor, computadores e peças para automóveis já viajam os 10.782 km de Leipzig, Alemanha, a Chongqing, na China, em apenas 20 dias, praticamente a metade dos 35 dias que dura a viagem por mar.
Em 2013, a Deutsche Bahn AG (serviço nacional alemão de ferrovias) começou a preparar uma terceira rota, entre Hamburgo e Zhengzhou, que reduz o tempo de viagem para apenas 15 dias; e a as Ferrovias do Cazaquistão inauguraram o trecho Chongqing-Duisburg, com tempos semelhantes de viagem. Em outubro de 2014, a China anunciou planos para a construção da maior linha de trens de alta velocidade do mundo, ao custo de US$ 230 bilhões. Conforme os planos, os trens cobrirão os 6.920 quilômetros entre Pequim e Moscou em apenas dois dias.
Além disso, a China está construindo duas estradas de conexão sul-oeste e no próprio sul, rumo às Terras-Franja marítimas da Ilha-Mundo. Em abril, o presidente Xi Jinping assinou acordo com o Paquistão para gastar US$ 46 bilhões num Corredor Econômico China-Paquistão. Rodovias, conexão com ferrovias e oleogasodutos estender-se-ão por 3.218 km, de Kashgar em Xinjiang, no extremo oeste da China, até o porto de Gwadar, no Paquistão, inaugurado em 2007. A China investiu mais de US$ 200 bilhões na construção desse porto estratégico em Gwadar, no Mar da Arábia, a apenas 600 km do Golfo Pérsico. Em 2011, a China também começou a prolongar suas linhas férreas através do Laos para o sudeste da Ásia, ao custo inicial de US$ 6,2 bilhões. No final, espera-se que uma linha de trem de alta velocidade possa levar passageiros e carga, em viagem de apenas dez dias, de Kunming a Cingapura.
Nesta mesma década dinâmica, a China construiu rede amplíssima de dutos transcontinentais para petróleo e gás, para importar combustíveis de toda a Eurásia para seus centros populacionais – no norte, no centro e no sudeste do país. Em 2009, depois de uma década de construção, a empresa estatal chinesa de petróleo, China National Petroleum Corporation (CNPC) inaugurou o trecho final do oleoduto Cazaquistão-China. O oleoduto estende-se por 2.253 quilômetros, do Mar Cáspio a Xinjiang.
Simultaneamente, a CNPC cooperou com o Turcomenistão, para inaugurar o gasoduto Ásia Central-China. Percorrendo 1.931 km, quase sempre paralelo ao oleoduto Cazaquistão-China, é o primeiro duto que traz gás natural da região para a China. Para circundar o Estreito de Malacca, controlado pela Marinha dos EUA, a petroleira chinesa CNPC abriu um gasoduto China-Myanmar em 2013, para levar petróleo do Oriente Médio e gás natural de Burma, por 2.414 km da Baía de Bengala até o remoto sudoeste da China. Em maio de 2014, a empresa assinou acordo com a empresa russa de energia, Gazprom , para entregar 38 bilhões de metros cúbicos de gás natural, anualmente, através de uma rede de gasodutos ao norte, ainda a ser completada, atravessando a Sibéria, até a Manchúria.
Oleoduto China-Myanmar evita o Estreito de Malacca controlado pela Marinha dos EUA (Fonte: Stratfor) (clique na legenda para aumentar) |
Por gigantescos que sejam, esses projetos são apenas parte de um boom de construção que, ao longo dos últimos cinco anos, teceu um novelo enredado de gasodutos e oleodutos por toda a Ásia Central e para o sul, na direção do Irã e do Paquistão. O resultado será, em breve, uma infraestrutura integrada de energia dentro do continente, incluindo as próprias vastas redes de oleogasodutos russos, que se estendem por toda a Eurásia, do Atlântico ao Mar do Sul da China.
Para capitalizar esses planos gigantes de crescimento regional, em outubro de 2014 Pequim anunciou a fundação do Banco Asiático de Investimento em Infraestrutura. O Partido Comunista da China vê essa instituição como instituição futuramente regional e, adiante, como alternativa ao Banco Mundial controlado pelos EUA. Até aqui, apesar das pressões contrárias de Washington, 14 países chaves, inclusive aliados dos EUA, como Alemanha, Grã-Bretanha, Austrália e Coreia do Sul, já se associaram formalmente ao BAII. Simultaneamente, a China iniciou a construção de relações comerciais de longo prazo com áreas ricas em recursos no continente africano, com Austrália e Sudeste da Ásia, como parte de seu projeto para integrar toda a Ilha-Mundo.
Finalmente, só recentemente Pequim revelou estratégia cuidadosamente construída para neutralizar as forças militares que Washington dispôs sobre o perímetro do continente. Em abril/2015, o Presidente Xi Jinping anunciou a construção de um massivo corredor rodovia-ferrovia-oleogasoduto diretamente do oeste da China até seu novo porto em Gwadar, Paquistão, criando a logística para futura disposição de equipamento naval no Mar da Arábia, rico em energia.
(Dica de Pepe Escobar) (clique na legenda para aumentar)
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Em maio/2015, Pequim subiu sua exigência de controle completo sobre o Mar do Sul da China, expandindo a Base Naval Longpo na Ilha Hainan e convertendo-a na primeira base para submarinos nucleares da região. Além disso, acelerou os planos para criar três novos atóis que podem vir a ser pistas de pouso para aviões militares nas disputadas Ilhas Spratley; e formalmente proibiu sobrevoos de aviões da Marinha dos EUA. Ao construir a infraestrutura para bases militares nos mares do Sul da China e da Arábia, Pequim vai gerando e acumulando capacidade para abalar, estratégica e cirurgicamente, a campanha dos EUA, de contenção.
Ao mesmo tempo, Pequim está desenvolvendo planos para desafiar o domínio de Washington sobre o espaço e o ciberespaço. A China espera, por exemplo, completar, até 2020, seu próprio sistema global de satélites. Apresentará assim o primeiro desafio ao domínio de Washington sobre o espaço, desde que os EUA lançaram seu sistema da Defesa, de 26 satélites de comunicação, nos idos de 1967. Simultaneamente, Pequim está construindo capacidade formidável.
Em uma, duas décadas, se for necessário, a China estará pronta para perfurar cirurgicamente o cordão de cerco continental mantido por Washington, em alguns pontos estratégicos, sem ter de confrontar todo o pleno poder militar global dos EUA. Assim, há boa chance de a China conseguir tornar redundante toda a vasta armada dos EUA – porta-aviões, cruzadores,drones, jatos bombardeiros da Marinha e todos os submarinos. Redundantes. Dinheiro posto fora.
Sem a visão geopolítica de Mackinder e de sua geração de imperialistas britânicos, a atual liderança dos EUA não soube captar o significado de uma mudança global radical profunda que está em curso na vasta massa terrestre eurasiana. Se a China conseguir conectar suas indústrias em crescimento, aos vastos recursos naturais da Terra Central Eurasiana, nesse caso muito possivelmente, como Sir Halford Mackinder previu naquela fria noite em Londres, em 1904, “o império do mundo ali estará para ela, à vista”.
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Notas dos tradutores
[1] Ver também 22/5/2015, redecastorphoto em: “Excepcionalistas vs Integracionistas: Confronto do tamanho da Eurásia”, Andrew Korybko, The Vineyard of the Saker, traduzido.
[2] É um tipo de veleiro de guerra. A expressão deu título ao primeiro filme falado da dupla O Gordo e o Magro.
[3] NOTA HISTÓRICA IMPORTANTÍSSIMA. NUNCA DARÁ NA GLOBO! :-D))
Dia 4/9/1918, tropas dos EUA desembarcaram em Archangel, no norte da Rússia. O desembarque foi parte da intervenção dos “aliados” ocidentais na guerra que se iniciara depois da Revolução Bolchevique, no ano anterior, quando um governo provisório expulsara do poder o czar Nicolau II; o Partido Bolchevique de Lênin chegara ao poder.
Na disputa de poder que se seguiu à Revolução Bolchevique, Grã-Bretanha, França e EUA puseram-se decididamente ao lado do partido “branco”, derrubado do poder pela Revolução “Vermelha” de Lênin. O objetivo da intervenção das potências ocidentais em 1918, era repor no poder os “brancos”, na esperança de que, com eles, a Rússia entrasse em guerra contra as potências centrais.
Documento do Departamento de Estado dos EUA em julho de 1918 informava o número de tropas com que os EUA participariam nas chamadas “intervenções” na Rússia e as condições e objetivos da participação (...): “Cada uma das potências associadas tem o objetivo de contribuir com a ajuda que lhe pareça razoável, e que seja aceitável para o povo russo, em sua luta para reconquistar o controle de seus próprios negócios, do próprio território e do próprio destino”.
Essa luta em território da Rússia prosseguiu até outubro de 1919, quando as forças “brancas” e seus “aliados” ocidentais estavam já em total retirada, e Lênin e seus bolcheviques efetivamente se consolidaram no poder. Com o quê vê-se que a intromissão dos EUA em assuntos internos da Rússia nasceu, pode-se dizer, com os sovietes, e não por acaso [Informações editadas, retiradas de “Um dia na história”].
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[*] Alfred W. McCoy é o Professor JRW Smail de História na University of Wisconsin-Madison e autor de A Question of Torture, entre outras obras. Seu livro mais recente é Policing America's Empire: The United States, the Philippines, and the Rise of the Surveillance State (University of Wisconsin Press) que explora a influência das operações de contrainsurgência no exterior ao longo do século XX na difusão de cada vez mais medidas draconianas de segurança interna nos EUA.
[**] O autor não diz “Partido Comunista da China”: diz “lideranças chinesas”. Mas... o autor não pode estar pensando que Xi Jiping governaria como se fosse Luís 14. É claro que onde se leia “lideranças chinesas” mandam a história e o bom-senso que se troque a expressão vaga pela expressão precisa: na China, só há “lideranças chinesas” no Partido Comunista da China [NTs].
Postado por
Castor Filho
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