TomDispatch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
En un momento en el que se ha convertido en un cliché decir que Ocupa Wall Street ha cambiado la conversación política de la nación –atrayendo una atención a las luchas del 99% que debería haber existido hace tiempo– la política electoral y la elección presidencial de 2012 son casi exclusivamente definidas por el 1%. O, para ser más precisos, por el 0,0000063%. Son los 196 donantes individuales que han suministrado casi un 80% del dinero reunido por los súper PAC (comités de acción política) contribuyendo con 100.000 dólares o más cada uno.
Esos PAC, creados por la decisión 5-4 Citizens United de la Corte Suprema en enero de 2010, pueden reunir cantidades ilimitadas de dinero de individuos, corporaciones o sindicatos con el propósito de apoyar u oponerse a un candidato político. En teoría se prohíbe legalmente a los súper PAC que se coordinen directamente con un candidato, aunque en la práctica no son más que una extensión más tenebrosa de las campañas políticas y realizan las mismas funciones que una campaña tradicional sin ninguna de las responsabilidades correspondientes.
Si 2008 fue el año del pequeño donante, cuando numerosos expertos políticos (incluido yo mismo) predijimos que la fusión de la organización de base con el ciberactivismo transformaría la forma de desarrollo de las campañas, 2012 es “el año del gran donante”, cuando la valía de un candidato es proporcional a la cantidad de dinero de su súper PAC. “En esta campaña, cada candidato necesita sus propios multimillonarios”, escribió Jane Mayer en The New Yorker.
“Esto en realidad es la venta de EE.UU.”, afirma el ex candidato presidencial y presidente del Partido Demócrata Howard Dean. “Hemos sido vendidos por cinco jueces gracias a la decisión Citizens United”. En realidad, nuestra democracia se vendió al mejor postor hace mucho tiempo, pero en la elección de 2012 la explosión de los súper PAC ha desviado la mirada del público hacia la asombrosa desigualdad en nuestro sistema político, tal como el movimiento Ocupa iluminó la brutal desigualdad de la economía. Las dos, claro está, se complementan.
“Vamos a derrotar el poder del dinero con el poder popular”, dijo Newt Gingrich después de perder ante Mitt Romney en Florida a finales de enero. Encarnación ambulante del complejo lobby-industrial, Gingrich hizo esa declaración a pesar de que su candidatura está siendo impulsada por un súper PAC financiado por dos donaciones de 5 millones de dólares del magnate de los casinos de Las Vegas Sheldon Adelson. Habría sido más divertido si la primaria presidencial republicana no fuera un caso real de una contienda con mucho dinero y poca participación.
Wesleyan Media Project informó recientemente de un aumento de 1.600% en anuncios en la televisión patrocinados por grupos de intereses en este ciclo en comparación con las primarias de 2008. Hasta ahora Florida ha resultado ser la batalla campal de los súper PAC Allí, el súper PAC pro Romney, Restore Our Future, gastó cinco veces más que el súper PAC pro Gingrich, Winning Our Future. Solo en la última semana de la campaña, Romney y sus aliados transmitieron 13.000 anuncios en la televisión en Florida, frente a los 200 para Gingrich. Un 92% de los anuncios fue de índole negativa de los que dos tercios atacaban a Gingrich, quien irónicamente, fue un ferviente defensor de la decisión Citizens United.
Con la excepción de la candidatura perdedora de Ron Paul y la perturbadora victoria de Rick Santorum en Iowa –donde casi no gastó dinero pero visitó los 99 condados del Estado– los candidatos republicanos y sus súper PAC aliados prácticamente han abandonado la campaña al menudeo y en la base. Han preferido gastar sus fondos de campaña en la televisión.
Los resultados ya se pueden ver en las primeras elecciones primarias y asambleas electorales: una acometida del dinero y un electorado desmovilizado. Indudablemente no es coincidencia que, en comparación con 2008, la participación haya bajado un 25% en Florida y que, esta vez, hayan participado menos republicanos en todos los Estados que han votado hasta ahora, con la excepción de Carolina del Sur. Según los politólogos Stephen Ansolabehere y Shanto Iyengar, los anuncios negativos en la televisión contribuyen a “una implosión política de apatía y abstinencia”. El columnista del New York Times Tim Egan, ha calificado la era post Citizens United de “una democracia con metanfetamina”.
La primaria del 0,01%
Más de 300 súper PAC están registrados ahora en la Comisión Electoral Federal. El financiado por la mayor cantidad de pequeños donantes pertenece a Stephen Colbert, quien ha convertido su show en la televisión en un brillante comentario sobre el deformado paisaje de los súper PAC. El satírico súper PAC de Colbert, “Estadounidenses por un mañana mejor, mañana” ha reunido un millón de dólares de 31.595 personas, incluidas 1.600 que dieron un dólar cada una. Hay que considerarlo como una rara demostración de poder popular en 2012.
Aparte de eso, los súper PAC de ambas partes son financiados por un 1% del 1%. El súper PAC de Romney “Restaura nuestro futuro”, fundado por el abogado general de su campaña de 2008, ha encabezado el rebaño, juntando 30 millones de dólares, un 98% de donantes que dieron 25.000 dólares o más. Diez millones de dólares proceden solo de 10 donantes que dieron un millón cada uno. Estos incluían a tres administradores de fondos de alto riesgo y al republicano de Houston Bob Perry, patrocinador de Swift Boat Veterans for Truth en 2004, cuyos abusivos anuncios hicieron un trabajo tan efectivo en la destrucción de las posibilidades electorales de John Kerry. Un sesenta y cinco por ciento de los fondos ingresados al súper PAC de Romney en la segunda mitad de 2011 procedían del sector de las finanzas, seguros y bienes raíces, conocidos también como la gente que causó la catástrofe económica de 2007-2008.
La campaña de Romney ha juntado el doble que su súper PAC, más de lo que se puede decir de Rick Santorum, cuyo súper PAC –Rojo, Blanco y Azul– ha reunido y gastado más que el propio candidato. Un 40% de los 2 millones de dólares que se han invertido hasta ahora en Rojo, Blanco y Azul provinieron de una sola personas, Foster Friess, un multimillonario conservador de los fondos de alto riesgo y cristiano evangélico de Wyoming.
Después de las sorprendentes victorias de Santorum en Colorado, Minnesota y Missouri el 7 de febrero, Friess dijo al New York Times que había reclutado un millón de dólares para el súper PAC de Santorum de otro donante (anónimo) y había aumentado su propia parte, aunque no dijo cuánto. No lo descubriremos hasta la próxima revelación de la campaña dentro de tres meses, para cuando es casi seguro que la primaria del Partido Republicano estará decidida.
Por ahora, el amigo ricachón de Gingrich, Adelson, ha prometido que se mantendrá con su vacilante campaña, pero también ha dado señales de que si el expresidente de la Cámara pierde, está dispuesto a donar aún más dinero de súper PAC a una candidatura presidencial de Romney. Y hay que recordar que nada posterior a la ley Citizens United impide que un donante como Adelson, resuelto a impedir que el gobierno de Obama bloquee un ataque israelí contra las instalaciones nucleares de Irán, entregue 100 millones de dólares, o en realidad, todo lo que quiera.
Antes de Citizens United, la cantidad máxima que una persona podía donar a un candidato eran 2.500 dólares; un comité de acción política, 5.000; un comité de un partido político, 30.800 dólares. Ahora no existen límites para los súper PAC, y lo que es aún más inquietante, cualquier donante puede hacer una contribución ilimitada a un 501c4, grupos definido por el IRS [Servicio de Impuestos Internos] como “ligas cívicas u organizaciones sin fines de lucro operadas exclusivamente para la promoción del bienestar social”, y para empeorar las cosas, esa contribución se mantendrá eternamente secreta. De esta manera, la política estadounidense desciende aún más a las tinieblas, y los 501c4 ganan rápidamente influencia como “súper PAC anónimos”.
Un reciente análisis del Washington Post estableció que, a un coste de 24 millones de dólares, un 40% de los anuncios en la televisión en la contienda presidencial procedieron de esos grupos “de bienestar social” exentos de impuestos. American Crossroads, destacado súper PAC conservador fundado por Karl Rove, que ataca a candidatos demócratas y al gobierno de Obama, también dirige un 501c4 llamado Crossroads GPS. Ha reunido el doble de dinero que su grupo hermano, todo de donaciones cuyas fuentes permanecerán ocultas a los votantes estadounidenses. Evidentemente el servicio de fondos secretos de los casos especiales de los multimillonarios ahora se llama “bienestar social”.
La Industria de Defensa de Ingresos
En su libro Oligarchy, el politólogo Jeffrey Winters se refiere a los actores desproporcionadamente acaudalados e influyentes en el sistema político como la “Industria de Defensa de Ingresos”. Si quieres saber de qué forma la clase adinerada, que prosperó durante los años de Bush y Clinton, encontró un modo de destruir o adulterar casi todo a lo que objetaba en los años de Obama, basta con que mires al control del 1% del 1% sobre nuestro sistema político.
Este simple hecho explica por qué los administradores de fondos de alto riesgo pagan una tasa de impuesto inferior a la de sus secretarias, o por qué EE.UU. es la única nación industrializada sin un sistema de atención sanitaria financiado por los impuestos organizado por el gobierno, o por qué el planeta sigue calentándose a un ritmo sin precedentes mientras no hace nada por combatir el calentamiento global. El dinero generalmente compra elecciones y, sea quien sea el elegido, casi siempre compra influencia.
En la elección de 2010, el 1% del 1% representó un 25% de todas las donaciones relacionadas con la campaña, totalizando 774 millones de dólares, y un 80% de todas las donaciones a los partidos demócrata y republicano, el mayor porcentaje desde 1990. En la competición al Congreso de 2010, según el Center for Responsive Politics, el candidato que gastó el máximo ganó un 85% de las elecciones a la Cámara y un 83% al Senado.
A los medios les encanta la historia del desaventajado, pero actualmente es menos probable que pueda ganar. En vista del precio de las campañas y la abrumadora ventaja de gastar más que tu oponente, no es sorprendente que casi la mitad de los miembros del Congreso sean millonarios y que el patrimonio neto promedio de un senador de EE.UU. sea de 2,56 millones de dólares.
La influencia de los súper PAC ya se hizo evidente en noviembre de 2010, solo nueve meses después del dictamen de la Corte Suprema. John Nichols y Robert McChesney de The Nation señalan que de los 53 distritos competitivos de la Cámara donde la organización Crossroads de Rove gastó más que los candidatos demócratas en 2010, los republicanos ganaron en 51. Pero resultó que la última elección fue solo un aperitivo de la extravagancia monetaria que es 2012.
Los republicanos vuelven a contar con la ventaja de los súper PAC este año, cuando los costes de la contienda presidencial y de todas las demás por los puestos federales aumentarán de 5.000 millones en 2008 a 7.000 millones el próximo noviembre. (La elección de 2000 costó “solo” 3.000 millones de dólares). En otras palabras, la cantidad gastada en esta temporada electoral será aproximadamente el equivalente al producto interno bruto de Haití.
El mito de los pequeños donantes
En junio de 2003, el candidato presidencial Howard Dean consternó al establishment político al juntar 828.000 dólares en un día por Internet, con una donación promedio de 112 dólares. Dean, de hecho, obtuvo un 38% de los fondos totales de su campaña de donaciones de 200 dólares o menos, sembrando las semillas de lo que muchos pronosticaron que sería una revolución de pequeños donantes en la política estadounidense.
Cuatro años después, Barack Obama reunió un tercio de los 745 millones de dólares sin precedentes que obtuvo para su campaña de pequeños donantes, mientras Ron Paul juntó 39% de pequeños donantes en el lado republicano. Gran parte de la campaña de Paul fue financiada por “bombas de dinero” en línea, cuando partidarios entusiastas generaron millones de dólares en breves estallidos coordinados. La cantidad de dinero reunido en pequeñas donaciones por Obama, en particular, provocó esperanzas de que su campaña hubiera encontrado un camino para romper el asidero mortal de los grandes donantes sobre la política estadounidense.
En retrospectiva, la utopía de pequeños donantes que rodea a Obama parece ingenua. A pesar de toda la atención mediática adulatoria sobre sus pequeños donantes, el candidato obtuvo la mayor parte de su dinero de grandes donantes. (Normalmente, en la actualidad, los miembros titulares del Congreso obtienen menos de un 10% de los fondos de su campaña de pequeños donantes, cuya cantidad disminuye cuando se llega a los ámbitos gubernativos y de legislaturas estatales). Los principales donantes de Obama incluían a empleados de Goldman Sachs, JP Morgan Chase, y Citigroup, de quienes no se puede decir que sean abanderados de los indefensos. Por razones obvias, la campaña prefirió destacar en su narrativa a los pequeños donantes por sobre los grandes, y lo sigue haciendo en 2012.
Curiosamente, tanto Obama como Paul reunieron más dinero de pequeños donantes en 2011 que en 2008: el 48% y 52% de sus sumas totales, respectivamente. Pero en la era del súper PAC ese dinero ya no tiene el mismo impacto. Incluso Dean duda de que su campaña de 2004 contra el establishment, alimentada por Internet, tuviera el mismo éxito actualmente. “Los súper PAC han hecho que una campaña en la base sea menos efectiva”, dice. Todavía se puede realizar una campaña en la base pero el problema es que ahora se puede abrumar por televisión y por el envío de correos sucios… Es un gran cambio desde 2008”.
Obama es un candidato con doble personalidad, lo que hace que su campaña sea igualmente esquizofrénica. La campaña de Obama afirma que obtiene un 98% de su dinero de pequeños donantes y que está “organizando la mayor campaña en la base en la historia de EE.UU.”, según el jefe de su campaña Jim Messina. Pero las ingenuas estadísticas y la retórica que las acompaña son profundamente engañosas. De los 89 millones de dólares reunidos en 2011 por el Fondo de la Victoria Conjunta de Obama, una colaboración del Comité Nacional Demócrata (DNC) y de la campaña de Obama, un 74% provino de donaciones de 20.000 dólares o más y un 99% de donaciones de 1.000 dólares o más.
La campaña tiene 445 “empacadores” (apodados “recabadores voluntarios de fondos” por la campaña), que reúnen dinero de sus amigos acaudalados y lo empacan para Obama. Han reunido por lo menos 74,4 millones de dólares para Obama y el DNC en 2011. Sesenta y uno de esos empacadores reunieron 500.000 dólares o más. Obama realizó 73 actos de recolección de fondos en 2011 y 13 solo el mes pasado, donde el precio de admisión fue casi siempre 35.800 dólares por persona.
Un aumento de las contribuciones de pequeños donantes y una oleada de recabadores de grandes cantidades de dinero no fueron suficientes, sin embargo, para otorgar a Obama una ventaja por sobre los republicanos en la búsqueda de dinero. Por eso la campaña de Obama, que hasta hacer poco se oponía firmemente a los súper PAC, repentinamente cedió y declaró su apoyo a un súper PAC pro Obama llamado Priorities USA.
Un día después del anuncio de que la campaña, como las de sus rivales republicanos, utilizaría los súper PAC, Messina habló en el Club Core en Manhattan, solo para miembros, y “aseguró a un grupo de donantes demócratas de la industria de servicios financieros que Obama no satanizará a Wall Street mientras reafirma los llamados populistas en su campaña para la reelección”, informó Bloomberg Businessweek. “Meddina dijo al grupo de donantes de Wall Street que el Presidente tiene la intención de competir contra Romney, no contra la industria que hizo ganar millones al exgobernador de Massachusetts”.
En otras palabras, no hay que esperar un retorno convincente al tema de la gente contra los poderosos en la campaña de 2012, a pesar de que Romney, si fuera candidato, sería particularmente vulnerable a esa línea de ataque. Después de todo, hasta ahora su campaña ha obtenido solo un 9% de sus donaciones de pequeños donantes, mucho menos que el 21% del senador John McCain en 2008, y el 26% de George W. Bush, en 2004.
En el cuarto trimestre de 2011, Romney obtuvo más fondos que Obama de las principales firmas de Wall Street por un margen de 11 a 1. Sus tres máximas contribuciones a la campaña provienen de empleados de Goldman Sachs (496.430 dólares), JPMorgan (317.400 dólares) y Morgan Stanley (277.850 dólares). Los bancos han perdido popularidad, pero su dinero para la campaña es indispensable para la clase política y por lo tanto siguen siendo tan poderosos como siempre en la política estadounidense.
Recientemente, en su show, Stephen Colbert señaló que la mitad del dinero (67 millones de dólares) reunido por los súper PAC en 2011 provino solo de 22 personas. “Es 7 millonésimas partes del 1 por ciento”, o sea, aproximadamente el 0,000000071%, dijo Colbert mientras rociaba con un extintor de incendios su calculador humeante. “Por lo tanto: Ocupa Wall Street, vais a tener que cambiar esas pancartas”.
Ari Berman es escritor y colaborador de la revista Nation y Asociado de Investigación periodística en el The Nation Institute. Su libro: Herding Donkeys: The Fight to Rebuild the Democratic Party and Reshape American Politics (Picador) apareció ahora en rústica con un nuevo epílogo. Está en Twitter@AriBerman.
Copyright 2012 Ari Berman
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