Página 12
Los funcionarios estadounidenses que cotejaron los datos pertinentes brindados por la Organización para la prohibición de las armas químicas (OPAQ) señalaron que la relación presentada por el gobierno de Bashar al Assad es “sorprendentemente completa” (//edition.cnn.com, 21-9-13). La OPAQ tiene su sede en los Países Bajos y está encargada de la aplicación de la Convención de la ONU sobre la prohibición del desarrollo, producción, almacenaje y uso de armas químicas y sobre su destrucción, vigente desde abril de 1997.
Estas presiones a Siria del Este y del Oeste no disimulan hechos manifiestos de los que las ejercen. EE.UU. incumplió la meta fijada para 2012 por la Convención que le imponía destruir lo que resta de su propio arsenal de armas químicas, y nunca apuró a Israel, su gran aliado de Medio Oriente, para que ratificara dicho tratado, que firmó en 1993; la sola firma no lo convierte en Estado Parte vinculante. Washington acabó con el 90 por ciento de su arsenal químico declarado cuando firmó la Convención en 1993, pero aún posee unas 3000 toneladas de esas armas que sigue almacenando. Rusia, por su parte, liquidó el 60 por ciento de sus reservas, pero todavía conserva unas 16.000 toneladas, según estimaciones de la OPAQ (www.washingtonpost.com, 22-9-13). Haced lo que yo digo, pero no lo que yo hago.
Se podrá aducir que ni Washington ni Moscú hacen uso de esas armas, pero aún se recuerda que cuando Irak invadió a Irán en los años ’80, Saddam Hussein las empleó a gusto abastecido por EE.UU. Por otra parte, estos retrasos de las dos grandes potencias en terminar con sus respectivos arsenales químicos aseguran la cobertura y el silencio de Israel sobre sus armas químicas y nucleares. Shlomo Aronson, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Hebrea y experto en armas nucleares israelíes, señaló que “la razón por la que Israel no hace público el hecho de que tiene armas nucleares y químicas es porque así se asegura de que no entren en el discurso público, mientras que sus vecinos se dan por enterados de que atacarnos tendría un precio muy alto” (www.abc.es, 17-9-13). De los 183 países que firmaron la Convención, sólo Israel y Myanmar no la ratificaron.
Obama no ha perdido las ganas de atacar a Siria, aunque la propuesta rusa inició un paréntesis diplomático. Ese fue uno de los ejes del discurso que pronunció el martes pasado en la sesión inaugural de la 68ª Asamblea General de la ONU que tiene lugar en Nueva York: el mandatario estadounidense demandó que el organismo internacional apruebe una resolución que autorice el uso de la intervención militar en Siria si su desarme químico no se concreta (www.washingtontimes.com, 24-9-13). De hecho, este mes han fracasado ya tres intentos de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en razón del veto de China y Rusia a que tal exigencia se incluyera (www.reuters.com, 24-9-13).
El Premio Nobel de la Paz 2009 no se privó de ensalzar las guerras que su país ha desatado. En su discurso, se jactó de que “EE.UU. es excepcional, en parte porque hemos mostrado la voluntad, sacrificando sangre y reservas, de luchar no sólo por nuestros propios intereses, sino por los intereses de todos”. Aunque el uso del adjetivo “excepcional” podría tal vez aludir a Rusia, más bien parece dirigido a la opinión pública estadounidense, pues aumenta su rechazo a una guerra contra Al Assad. La encuesta más reciente de CBS News/The New York Times revela que el 68 por ciento de los entrevistados opinó que EE.UU. no tiene responsabilidad alguna que atender en Siria (www.cbsnews.com, 24-9-13).
El primer ministro francés, François Hollande, se mostró como un excelente escudero de Obama. Justificó la necesidad de incluir el tema de la intervención armada en Siria afirmando que la falta de acción ha permitido que los grupos terroristas se aprovechen de “la inercia de la comunidad internacional” para imponerse sobre la oposición moderada (EFE, 24-9-13). Olvidó mencionar que EE.UU. y sus aliados Turquía y Arabia Saudita se han ocupado de abastecer de armas y equipos precisamente a esos terroristas.
“¿Dónde encontrar un hombre que ha olvidado las palabras? Me gustaría conversar con él”, dijo el filósofo chino Zhuang Zhou en el siglo IV antes de Cristo. Hollande, como tantos otros “olvidadizos” de hoy, hubiera sido su hombre.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-229835-2013-09-26.html
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