COBERTURA ESPECIAL - Crise AL
Las capacidades militares de un Estado aumentan junto con su crecimiento económico y sus necesidades políticas. He aquí los múltiples motivos que impulsan el desarrollo militar brasileño.
Santiago Pérez
Esglobal.org
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Durante los últimos ocho años Brasil ha
incrementado sus inversiones militares casi en un 500%. Si bien la
economía brasileña ha crecido sustancialmente durante la última década,
la pobreza continúa siendo la principal problemática social. ¿Por qué
entonces destinar estos cuantiosos recursos a desarrollos militares? Una
mirada estratégica a largo plazo, las nuevas necesidades derivadas del
ascenso económico nacional, la defensa de las riquezas naturales y el
posicionamiento brasileño dentro del concierto geopolítico global son, a
grandes rasgos, algunas de las respuestas.
Para comenzar es necesario recordar que
Brasil es un país con una extensa, diversa y rica geografía. Cuenta con
una superficie de 8,5 millones de kilómetros cuadrados y 23.102
kilómetros de fronteras terrestres y marítimas. El país es propietario
de las mayores reservas de agua dulce en todo el mundo, activo de
incalculable valor en un mundo cada vez más sediento. Se estima que en
la actualidad 1.000 millones de personas no tienen acceso al agua
potable y es por esto que la administración del recurso acuífero será,
sin dudas, uno de los grandes asuntos de la política internacional del
siglo XXI. La Amazonia, considerada el pulmón del planeta, es
un elemento de importancia para el equilibrio climático global por su
inmensidad y características de su vegetación. Esta selva de 6 millones
de kilómetros cuadrados se encuentra en un 63% dentro de territorio
brasileño. El petróleo es otro recurso estratégico. Durante años el
desarrollo industrial del país había estado cuestionado por su
dependencia de la importación de combustibles. Tras años de inversión,
la empresa estatal Petrobras ha encontrado importantes reservas
submarinas en la cuenca denominada pre sal, la cual podría abastecer a
cerca del 40% de la demanda petrolífera del país a medio plazo. La
defensa y correcto monitoreo de tan amplia geografía requiere de una
compleja logística la cual se encuentra dentro de la lógica de defensa
nacional y es allí donde las Fuerzas Armadas cumplen un rol de gran
importancia.
Al mismo tiempo, Brasil limita con 10
países a lo largo de 15.735 kilómetros. El incremento de los flujos
migratorios como consecuencia del crecimiento económico y la
problemática del contrabando requieren de una estricta vigilancia. Otro
asunto delicado es el narcotráfico. Perú, Colombia y Bolivia, países que
comparten límites con Brasil, son los tres principales productores de
cocaína del mundo y Brasil es el segundo mayor consumidor mundial (solo
superado por Estados Unidos). La frontera brasileña con estas naciones
es de una accidentada geografía, atravesada por cadenas montañosas,
múltiples ríos y áreas selváticas de difícil acceso. La imperiosa
necesidad de fiscalizar esta permeable frontera es un factor más por el
que el país precisa de unas Fuerzas Armadas a la altura de las
circunstancias.
Es también interesante el modo en el que
el incremento de los gastos de defensa arrastra el beneficio del derrame
hacia el complejo militar e industrial. En el caso brasileño este
fenómeno se ve materializado en el sector aeroespacial donde la empresa
Embraer tiene el papel protagonista. La compañía cuenta con aeronaves de
reconocimiento y vigilancia con tecnología del más alto nivel. En lo
que respecta a transporte militar la empresa está desarrollado el más
ambicioso de sus proyectos. Se trata del Embraer KC-390, un avión capaz
de trasladar 21 toneladas, incluyendo vehículos blindados. La unidad
gozará de prestaciones superiores a la de su competidor, el Lockheed
Martin Super Hércules. Distintos Ejércitos latinoamericanos e inclusive
europeos ya han mostrado su interés por la mencionada aeronave, quedando
así demostrado como la inversión en tecnología armamentística puede
derivar en exportaciones de bienes industriales de alto valor agregado.
Sin dudas las necesidades de la política
exterior ocupan un lugar principal dentro de la estrategia de desarrollo
militar. Por sus dimensiones geográficas, demográficas y económicas
Brasil es el líder político natural de América del Sur. La supremacía
militar en el ámbito regional es un factor de importancia para la
consolidación de dicho liderazgo. No es casualidad que el Estado
brasileño cuente con el mayor presupuesto de defensa de la región que
triplica al de Colombia, su más inmediato perseguidor. Sucede que cuando
de analiza sus objetivos, Brasilia observa más de cerca los pasos de
otras potencias emergentes del planeta que los movimientos de sus
vecinos. Los 31.576 millones de dólares que destina a su defensa lo
posicionan como el décimo primer país que más invierte en dicho sector
globalmente. El segundo del continente americano (detrás EE UU) y el
sexto del hemisferio occidental. De estos números se desprende que la
mirada de las autoridades brasileñas apunta más hacia el equilibrio de
poder global que hacia la cuestión regional. La vocación es la de ocupar
un espacio de importancia dentro del emergente sistema internacional
multipolar. El asunto del statu quo del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas también se encuentra sobre la mesa. Por ahora la discusión del
actual modelo de cinco miembros permanentes heredado de la Segunda
Guerra Mundial está cerrada. Una eficaz fuerza militar será una cuestión
necesaria, pero no suficiente, para que una futura eventual apertura
del órgano a nuevos integrantes contemple la posibilidad de incluir a
Brasil.
La construcción de submarinos de
propulsión nuclear, en cooperación tecnológica con Francia, ya se
encuentra en marcha. La marina brasileña trabaja en su base de Itaguaí,
ubicada en el estado de Río de Janeiro, desde donde operaran las
unidades. Si bien se trata de un proyecto que no mostrará naves
funcionales hasta después de 2020, demuestra que la visión es de largo
plazo y que la Defensa es una real política de Estado y no la prioridad
de una administración en particular. ¿Para que un submarino de
propulsión nuclear? Los 7.367 kilómetros de costas y la protección de
las riquezas minerales que allí descansan así lo requieren. Por otro la
discusión por la soberanía o la explotación de los recursos en la
Antártida podría abrirse a largo plazo (por el momento cualquier reclamo
se encuentra congelado por el Tratado Antártico). En Itamaraty observan
la cuestión del sexto continente como un asunto regional y no exclusivo
de los países del Cono Sur, principalmente Argentina y Chile, quienes
suelen referirse a la Antártida como un área sobre la cual sus derechos
son los más legítimos.
Por último, y como consecuencia de los
grandes eventos que Brasil albergará en los próximos años, las Fuerzas
Armadas han cumplido una importante función en la escena interno. Río de
Janeiro será sede de los Juegos Olímpicos en 2016. La necesidad de
garantizar la seguridad en un evento de esta magnitud requiere la
utilización de carros blindados de la Marina para dar soporte a las
fuerzas policiales. La recuperación del control estatal en ciertas
favelas, barrios hasta hace poco dominados por grupos de
narcotraficantes, fue posible gracias al apoyo militar.
De todas formas si medimos el presupuesto
de defensa en relación al PIB, Brasil invierte todavía muy poco, solo
el 1,6%. Algunos ejemplos de países equivalentes así lo demuestran.
India destina el 2,5%, Francia el 2,3%, Rusia el 4,4% y China el 2%. En
otras palabras, los gastos brasileños tienen margen de crecimiento lo
que abre un horizonte de posibilidades hacia el futuro. Como sucedió a
lo largo de la historia con distintas potencias, las capacidades
militares de un Estado aumentan junto con su crecimiento económico y sus
necesidades políticas. Dentro de esta lógica, Brasil, no es una
excepción.
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